MIGUEL PANADÉS

Es otro de esos profesores especiales que no dejan indiferente a nadie y que consigue traspasar los límites del baloncesto para adentrarse en otras ciencias, nada convencionales pero para él directamente vinculadas con el rendimiento, en la vida y por supuesto en el baloncesto. Jenaro Díaz no duda en afirmar que “ser feliz ayuda a jugar mejor y que teniendo ese dato encima de la mesa, los entrenadores tenemos la obligación de contribuir a la felicidad de nuestros jugadores con un doble objetivo, humano por supuesto, pero de rendimiento profesional también”. Y cuando se adentra en esa felicidad necesaria busca argumentos dentro y fuera de la pista y cualquier alumno de los últimos Cursos Superiores se queda reflexionando tanto sobre el dónde poner el balón en cada sistema como en la manera de explicar y razonar, tono de voz incluido, sobre el porqué de cada acción específica.

Ser feliz evidentemente ayuda a ser mejor jugador y a ser mejor entrenador por lo que la estabilidad y refuerzo emocional se convierte en una herramienta clave a la hora de planificar una sesión o plantear un partido. “Tenemos que conocer no sólo como son nuestros jugadores y cómo son los rivales sino algo todavía más importante que es cómo reaccionarán los nuestros y los adversarios en determinados momentos del partido. No se trata de ser o no ser bueno, de tener o no tener talento, sino de lo que se trata es de ser eficiente muchas veces y especialmente en los momentos claves”.

Haber coincidido muchos años con talentos de la calidad de nuestros internacionales, esos talentos maravillosos que marcan una época irrepetible le ha permitido entender más y mejor el baloncesto. “Son los jugadores los maestros y es a través de ellos de quien aprendemos más los entrenadores. Es a través de la observación, en los entrenamientos, en los partidos, en los vídeos, en los scoutings, cuando uno entiende las razones de la táctica. Son ellos los que marcan las tendencias y el camino a seguir y los entrenadores estamos para ayudarles”.

Y claro entre debate y debate, entre reflexiones profundas, entre anécdotas siempre amenas y sorprendentes, Jenaro protagoniza momentos estelares como citarse con los alumnos a la salida del sol para analizar, desde la “virginidad de la mente”, cualquier disposición táctica que pueda ayudarnos en el futuro. Lo sorprendente en el Curso pasado no fue la propuesta sino la respuesta de un alto porcentaje de alumnos que aceptó el reto y se presentó en la sala con rostros que mezclaban tanto sueño como ilusión por vivir una experiencia irrepetible los  “Cada año que pasa el Curso adquiere una dimensión superior tanto por la implicación de todos los que participamos de los contenidos como por la ilusión que transmiten los entrenadores alumnos. Es emocionante ver sus caras, sus enormes deseos no sólo de sacarse un título fundamental sino de salir de ahí con la mochila repleta de nuevas experiencias”.