El paso del ecuador en el Curso Superior provoca en todos los que lo vivimos desde dentro una extraña sensación de alivio y nostalgia precoz. Sabemos que encaramos la semana final y deseamos reencontrarnos con los nuestros pero a la vez empezamos ya a intuir que añoraremos esa atmósfera especial de la que nos rodeamos durante estos quince días de julio.
Miguel Panadés
Millones de sensaciones nos invaden cuando empezamos a sumar días entre esas paredes del hotel Tryp en ese Gran Hermano baloncestístico en el que convierte el Curso Superior de Entrenadores. Las mismas caras cada día, pero cada vez mas cansadas y más cercanas, cada vez más cómplices en esta escalada hasta una cima de conocimiento, cada vez más familiares, más afables. El CES crea un precioso vínculo entre todos los que lo vivimos, profesores, tutores, miembros de la organización, alumnos e incluso personal del hotel. Todos nos reconocemos esfuerzo y, en consecuencia, respeto.
Manolo Castro, Javier Grau y Anna Jòdar ofrecen desde la simpatía, armonía y ritmo, un soporte fundamental procedente la Federación aragonesa y con ellos Santi Pérez, ejemplo claro de cómo un profesional con capacidad para ser “Primero” sabe convertirse con eficacia y talante impecable en “Entrenador Ayudante” esta vez sumando calidad al trabajo. Paloma Romero, veterana del CES y cada año más joven, gestiona desde la experiencia todas las necesidades de los que estamos, de los alumnos y los profesores que llegan y se van. Los tutores reúnen esencia e innovación con líderes en medallas a cargo de selecciones nacionales como Evaristo Pérez y Carlos Colinas, doce entre ambos, aportando esas dosis de conocimiento y profesionalidad propia de quienes han sabido competir en la élite liderando grupos de talentos.
Y con ellos Manu Peña, grandísimo tutor, entrenador y por encima de todo persona, sabiendo reaccionar con entereza ejemplar a esos disgustos con los que la vida nos golpea de vez en cuando sin previo aviso, consiguiendo que el pesar en el corazón no le borre esa sonrisa que invita a quererle.
Y ahí estamos todos, y el que esto escribe también, rodeados del baloncesto y del cariño que envuelve un curso que diseña durante meses, durante días y noches, desde la sabiduría, intuición, impulso y creatividad ese genio sevillano llamado Miguel y apellidado Martín convirtiendo quince días de inmersión en nuestro deporte en una experiencia de vida, en un proceso de aprendizaje que nos hace mejores a todos, como entrenadores, pero también como personas.
La humanidad y cercanía de estrellas recientes, del pasado y del presente, convertidos como no podría ser de otra manera en unos alumnos más en la búsqueda del título, la complicidad de entrenadores de todas las realidades y procedencias, de todas las edades, desde los diecinueve del más joven a los más de cincuenta de menos joven. Qué más da la edad – eso decimos los viejos – cuando el corazón late fuere como los botes del balón y pisadas de unos jugadores procedentes de Club Baloncesto Zaragoza, Helios y Olivar y entrenadores del Nivel 1 de la Federación Aragonesa, siempre dispuestos a dar lo máximo que les exigen los profesores. El corazón del CES es muy grande y generoso y ahí radica la clave de que el curso se convierta en una experiencia inolvidable. Gracias compañeros, gracias alumnos y vamos todos a sumar para conseguir el objetivo. Juntos somos imparables.
Galería de Fotos
Previa: El corazón del CES empieza a latir
Día 1: Inaugurada la Fase Presencial del XXXIX Curso Superior
Día 1: Los alumnos del CES, con la U20 Femenina
Día 2: Coque y Méndez "abren fuego"
Día 3: Miguel Martín propone la excelencia
Día 4: El día después de Gustavo Aranzana
Día 5: La impecable receta del Dr. Escribano
Día 6: Patricia Ramirez, el idioma emocional
Día 7: Porfi Fisac, lección de profesional