Jorge Muñoa. Saitama (Japón), 27 ago. 2006 (EFE).- Los chinos sembraron el terror en los cinco primeros minutos (0-8) gracias al poder de intimidación de Ming Yao -que es el orden verdadero del nombre que identifica al gigante de 2,26 metros de los Houston Rockets- y la velocidad del base Shipeng Wang. Entre ambos anularon la estrategia inicial del técnico heleno, el legendario Panagiotis Giannakis, el único que ha logrado ganar el Europeo de selecciones como jugador (Atenas'87) y como entrenador (Belgrado 2005), que pretendía cargar de faltas al jugador de los Rockets. El técnico griego comprobó que ese planteamiento no funcionaba y lo cambió. En el otro banco creyeron que todo estaba bajo control y también se equivocaron, pero no rectificaron. Simplemente tiraron por la borda la baza estratégica que supone un jugador como Yao. Giannakis buscó en un principio a los hombres interiores en ataque y China, entera físicamente y con una zona cerrada, cerró el camino del aro y encontró autopistas para salir al contragolpe. Grecia, la campeona de Europa, estaba perdida sobre el parqué. A los seis minutos perdía por diez (2-12). Ahora bien, una selección que gana el Europeo algo debe tener. Los griegos dieron la vuelta al choque con un solo tiempo muerto. Un minuto bastó para que Giannakis ordenase presión en todo el campo sobre los hombres bajos después de canasta para impedir que los pívots asiáticos recibiesen en ataque; para que cambiase el sentido ofensivo en busca de los exteriores con la intención de abrir huecos en la pintura a través del lanzamiento de larga distancia; y para que, en definitiva, pintase un partido distinto al que había previsto en la pizarra. Grecia, que se había retirado del primer cuarto siete por debajo (11-18), tuvo paciencia para que Theodoros Papalukas, activado desde el banquillo, Vassilis Spanulis, y Dimitris Diamantidis madurasen el cambio táctico. El marcador del descanso ya señalaba cinco puntos a favor de los europeos. El parcial total en el periodo ascendió a un 30-18. La producción de Yao Ming hasta ese momento dejaba perplejo: seis puntos. China le había desperdiciado. Un hombre de 2,16 metros y con sus características es decisivo a poco que le den balones, pero sólo le llegó la pelota para hacer dos miserables lanzamientos en todo el primer tiempo. Los otros cuatro puntos de su cuenta eran tiros libres. Si infrautilizas a un jugador con ese potencial, o sólo le usas como muralla ante la canasta; si además lo haces delante de un equipo como el griego; y si, para terminar, cuentas con otra estrella -Zhi Zhi Wang- y tampoco pones ese talento al servicio del equipo, a poco o a nada puedes aspirar (26-6 en el tercer cuarto). China cometió todos esos errores. Ante Grecia. En los octavos de final de un Campeonato del Mundo. Por eso, ahora, los griegos son cuartofinalistas y el próximo martes se enfrentan a Francia. Por eso, los chinos, viajan de regreso a casa y siguen soñando con los Juegos de Pekín 2008. 95 - Grecia (11+30+26+28): Diamantidis (7), Chatzivretas (2), Kakiuzis (11), Fotsis (8), Papadopulos (6) -cinco inicial-, Papalukas (19), Spanulis (15), Vasilopulos (8), Schortsanitis (10), Tsartsaris (4) y Dikudis (5). 64 - China (18+18+6+22): Liu (3), S. Wang (16), F. Y. Zhyu (10), Zhi Zhi Wang (1), Ming Yao (10) -cinco inicial-, Sun (4), Yi (9), Du (-), Q. Zhang (3), Mo (-), S. Zhang (-) y Chen (8). Arbitros: Jungebrand (FIN), Carrión (PUR) y Chiti (ARG). Sin eliminados. Incidencias: encuentro correspondiente a los octavos de final del Mundial 2006 disputado en el Saitama Super Arena ante unos 15.000 espectadores.