La suya fue seguramente la más decisiva de las apariciones inesperadas en la historia de la NBA. El 8 de mayo de 1970 los Knicks y los Lakers disputaban en el Madison Square Garden el séptimo y último partido de la final. Willis Reed (Hico, Louisiana, 25/VI/1942), que era el pívot titular y el capitán del equipo neoyorquino, se había lesionado en el muslo en el quinto partido (victoria de su equipo por 107-100), no pudo jugar el sexto (derrota por 135-113, con 45 puntos y 27 rebotes de Wilt Chamberlain, el pívot de los californianos) y tampoco salió a hacer el calentamiento antes del séptimo. “Pero quería jugar”, explicó después. “Era el gran momento que esperas toda tu vida. No quería mirarme en el espejo al cabo de veinte años y decirme que ojalá hubiera jugado”.
JUAN ANTONIO CASANOVA
No se quedó con las ganas de jugar. Le inyectaron para aliviar el dolor y apareció en la pista justo antes del salto inicial. Y si su mera presencia ya levantó los alicaídos ánimos de la afición neoyorquina, al firmar las dos primeras canastas del encuentro, las únicas que anotó, se convirtió en la fuente de inspiración que necesitaba su equipo para ganar el partido por 113-99, impulsado por los 26 puntos y 19 asistencias de Walt Frazier, y conseguir con ello su primer título de la NBA. También jugaban en aquellos Knicks Bill Bradley (
ver 1/IV) y Dave DeBusschere. Su emocionante aparición fue votada como el momento más grande que ha vivido el Madison Square Garden.
Willis Reed, que con sus 2,06 m. había comenzado jugando de ala pívot, fue aquella temporada fue el MVP de la liga, en la que promedió 21,7 puntos y 13,9 rebotes; de la final y del “All Star”. Nadie lo había hecho hasta entonces. Jugó toda su carrera, de 1964 a 1974, en los Knicks, que le eligieron en el octavo puesto del “draft”. En 1961, en su primer año en la universidad de Grambling State, había ganado el campeonato de la NAIA. En el último promedió 26,6 puntos y 21,3 rebotes. Jugó 650 partidos en la NBA, con 18,7 y 12,9 respectivamente de promedio. Fue siete veces “All Star”.
Aunque entonces su contribución era menor, fue también el MVP de la final 72-73, en la que con cuatro victorias seguidas los Knicks superaron por 4-1 a los Lakers y consiguieron el segundo título de su historia. Y el último de momento. Luego, entre 1977 y 1979, fue entrenador de este equipo, y más tarde de New Jersey Nets, del que también fue vicepresidente, como de New Orleans Hornets.