El Real Madrid conquistó su décimo título europeo el 15 de marzo de 1989, al vencer en Atenas al Snaidero de Caserta en la final de la Recopa por 117-113 después de una prórroga. Un marcador rutilante, el más alto en una final, para uno de los partidos más espectaculares de la historia del baloncesto europeo.
El duelo entre dos cañoneros formidables com
o Drazen Petrovic y
Oscar Schmidt Bezerra cayó del lado del croata. No sólo porque fue su equipo el que consiguió el título, sino porque a los 44 puntos del brasileño él respondió con 62 (26 en el primer tiempo, 25 en el segundo y 11 en la prórroga), producto de una magistral exhibición de tiro en los 45 minutos que jugó: 12/15 de dos, 8/15 de tres y 14/15 tiros libres.
Sólo una vez estuvo delante en el marcador el Snaidero, con el 33-34. Pero al final tuvo una opción de ganar antes de la prórroga cuando, después de poner Oscar el empate a 102 con un triple, Petrovic perdió el balón y en el último ataque de los italianos éstos reclamaron falta de Biriukov al chocar con Gentile en una acción que, tras muchas discusiones, los árbitros consideraron que se había producido fuera de tiempo. La prórroga comenzó con un triple del croata, que anotaría 11 de los 15 puntos de su equipo en esos 5 minuto. Oscar cayó eliminado y Gentile, que marcó 32 puntos, por 20 de Dell’Agnello y 13 de Gluchkov (
ver 10/I), ya no puedo dar una réplica suficiente. En el Madrid, Biriukov aportó 20 puntos, Rogers 14 y Fernando Martín 11.
Pero ni el título blanco sirvió para que el recital de la estrella croata obtuviera la unanimidad. Hubo sus más y sus menos en el vestuario y en el vuelo de regreso. El entrenador, Lolo Sainz, quiso quitar hierro al asunto:
“Petrovic ha realizado un partido sensacional y ha tenido que asumir un exceso de responsabilidad, que no me acaba de agradar, pero estaba obligado por las circunstancias”. Pero algunos de sus pupilos, encabezados por Fernando Martín, que jugó con un dedo roto, acusaron a Drazen de egoísta, de jugar más para sí mismo que para el equipo. Y a los periodistas, de no apreciar lo suficiente la contribución de los restantes campeones.
Eran dos personalidades muy fuertes que no tuvieron tiempo de aprender a convivir. El español falleció en un accidente de tráfico el 3 de diciembre de aquel año, de igual modo que el croata el 7 de junio de 1993.