Le ha llegado el momento de hablar de títulos, de obligación de ganar, de consecución de objetivos tangibles. Victor Lapeña no ha cambiado de profesión pero sí de entorno. Ahora ya sabe lo que significa convivir con la prensión.
MIGUEL PANADÉS / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
“Cuando entrenas al Perfumerías Avenida sabes que siempre debes estar en la lucha por todos los títulos, especialmente los títulos españoles. Eso te lo dejan muy claro desde el momento de la firma. Lo asumo con la naturalidad que anteriormente he asumido otros retos, diferentes sí, pero retos a los que siempre te presenta el baloncesto”. Victor Lapeña persistió en la dificultad máxima hace un año. Reconoce haber sentido un enorme apoyo de su familia, de sus amigos que le pedían que no renunciase a esa pasión convertida en profesión que es la de ser entrenador de baloncesto. “Estas últimas semanas me acuerdo mucho de lo pensaba, de lo que pasaba por mi cabeza hace un año. Gracias a la gente que me empujó a seguir pude iniciar la temporada en Pamplona y ahora a poder estar en Salamanca. Los entrenadores pasamos por etapas complicadas, en estos momentos más si cabe, y es normal que por nuestra mente pase la idea de abandonar, de dirigirnos hacia otros proyectos. Pero…”
Llegó esa oportunidad que todo entrenador quiere recibir. Poder estar al frente de un proyecto ganador, de un equipo dominador en las competiciones en las que participe. Y la pregunta del millón, esa que tantos entrenadores invisibles se hacen en sus tertulias. ¿Más fácil entrenar un equipo “grande” o uno con jugadoras de menor talento? Y Víctor Lapeña desvía la respuesta hacia su propia experiencia intentando, como siempre hace, huir de sentencias generales porque, entre otras cosas, sabe el técnico aragonés, que cada caso es un mundo. “Es diferente hacerte cargo de un equipo en la pretemporada o con la competición ya iniciada. Para mí, el primer objetivo ha sido ir conociendo poco a poco a las jugadoras, adatarme a ellas, gestionar el grupo desde el conocimiento paulatino de las reacciones de cada una en función a los refuerzos positivos o negativos. Ahora es cuando empiezo a conocerlas un poco más y a saber como son, como se comportan en diferentes situaciones. Al final, en todo caso, todo acaba siendo muy parecido con la diferencia de que en un equipo como Perfumerías, los objetivos están mucho más definidos”.
Objetivos definidos desde la directiva, desde los aficionados, desde incluso un entorno mediático mucho más extenso de lo que Lapeña podía estar acostumbrado. Una nueva realidad con la que un entrenador también ha de saber convivir. “Creo que el entrenador profesional debe saber anticiparse al entorno. Debe conocerlo, prepararse para convivir con él entendiéndolo como un factor más que rodea al equipo, como pueda ser la directiva, los aficionados, ¿Presión mediática mayor? Los entrenadores debemos ser un poco camaleónicos y además debemos saber respetar opiniones, saber escuchar para, al final, seleccionarlas. El conocimiento llega desde las propias experiencias pero también de la selección de opiniones de los demás”.
Y tras un mes de victorias “ese era el objetivo inmediato, siete victorias” llega el reto de la Copa de la Reina y Lapeña tiene muy claro que un verbo se repite: ganar o ganar. “Sé cuales con las exigencias del Perfumerías y también confieso mis ilusiones personales. Ambos coinciden porque ganar títulos es algo a lo que mi club está acostumbrado y también algo que a mi me ilusiona como entrenador”.