Nueva columna de opinión de José Luis Sáez, presidente FEB. El debate continúa en las Redes Sociales, en @JLSaezR.
POR JOSÉ LUIS SÁEZ
Al intenso fin de semana de las Copas Adecco –tras las que hay que felicitar a Ford Burgos y CEBA Guadalajara por los títulos conquistados- entramos en otra de esas semanas de baloncesto, que este año nos lleva de nuevo a la capital de Álava y a su emblemático Buesa Arena para más de 15.000 aficionados.
La Copa del Rey es una de las grandes citas de cada temporada, en la que nuestro deporte vuelve a estar, como lo estuvo el pasado agosto durante los Juegos Olímpicos, en boca de todos. El sistema de competición, la concentración de ocho equipos y ocho aficiones, de árbitros, entrenadores y medios de comunicación, y la máxima condensación del calendario, hacen de esta Copa un torneo ideal para disfrutar del baloncesto y también para su promoción.
Lo ha sido a lo largo de sus ya 80 años de vida y tradición. La Copa en la que ahora compiten cada año los ocho mejores equipos del momento en nuestro país nació en 1933, producto de la inquietud de la Federación Española por el desarrollo del baloncesto en los primeros y difíciles años de su implantación. Dio sus primeros pasos como Campeonato de España antes de rebautizarse definitivamente como Copa, y como tal, aunque tuviera que superar dificultades y problemas de todo tipo, fue la primera competición de nuestra historia verdaderamente oficial y abierta a todos los equipos. La idea, que en aquellos momentos pudo parecer poco menos que una locura, se acabó convirtiendo en el mejor proyecto.
Puede decirse pues, que, Selección al margen, mucho de lo que con los años hemos llegado a ser se lo debemos a la Copa. Independientemente del formato del torneo –eliminatorias a ida y vuelta, liguillas de cuartos de final, a partido único…- y de sus diferentes denominaciones, la final de la Copa ha sido durante casi un siglo un acontecimiento que ha puesto al baloncesto en la portada de los medios de comunicación. Años atrás, además, era el partido que cerraba la temporada, semanas después de acabada la Liga y poco antes de que sonara la hora de la Selección.
Por todo ello, y porque ha acostumbrado ser uno de los mejores ejemplos de que el espectáculo del baloncesto está también más allá de lo que sucede en la pista, su impacto ha sido uno de los grandes motores de la evolución de nuestro baloncesto en estos 80 años.
Esta semana toca vivir y disfrutar de otra fiesta. Una fiesta de las Copas a la que pondrá broche de oro, los días 9 y 10 de marzo en Zamora, una Copa de la Reina que, tras el resultado del sorteo de las semifinales, promete ser también apasionante.
Suerte a todos, nos vemos en Vitoria.