¡Partidazo y medalla de oro! ¿En el CES? Sí, sí. Convertimos el salón de actos en una grada más del Pabellón de Belgrado para animar a nuestras Selección femenina con 130 entrenadores. Con las luces apagadas, nuestra particular grada se iba llenando. De manera voluntaria, los chicos acortaban la cena, iban más deprisa, incluso muchos renunciaron a ella. Cuando la prensa, dentro de unos años, se haga eco de esta victoria en el europeo, todos nosotros, podremos cerrar los ojos y pensar “allí estuve yo viéndolo con unos amigos”.

Desde hace unos días, las tardes en el pabellón se están llenando de baloncesto. De muy buen baloncesto. De grandes entrenadores. Natxo Lezkano, Miguel Méndez, Francis Tomé y Jaume Ponsarnau se han vaciado para darlo todo. Si quitásemos la pista de audio del ponente, no se oiría ni una respiración. Las caras de los entrenadores que están en el Curso es de máxima concentración. Son conscientes de la oportunidad que tienen delante. Llegan descansados y alertas para aprender de ellos. Los exámenes no es prioritario. Lo realmente trascendente es salir de aquí siendo mejor entrenador.

Cuando ves salir a Miguel Méndez agotado de la clase, la tabla de rendimientos de saques de fondo y banda de Naxto Lezkano, los principios de entrenamiento de mi amigo Francis Tomé o la sencillez para crear sistemas de Jaume Ponsarnau te das cuenta del privilegio que estamos viviendo.

Desde el primer momento, en el equipo del CES tuvimos claro que las habilidades debían formar parte del viaje de este curso. La mañana del domingo, antes de la tarde libre, nos dimos un “chute de power de puños apretados” con Richi Serres. Endorfinas por las nubes. Perfecto para aprender un marco para negociar de la mano de David Pinto. Algo que hacemos cada día con nuestros equipos y que ahora afrontaremos de otra manera.

Esta mezcla de baloncesto con habilidades da aire. Limpia la mente y parece que cuando volvemos a la pista, la cojemos con más ganas.

Estamos saliendo de la última curva. La recta final prácticamente la podemos ver. El último esfuerzo es el que más merece la pena. Debemos seguir con la misma intensidad y ese espíritu que está haciendo de este grupo algo especial. Las sensaciones son inmejorables. Y no lo decimos solo nosotros. Nos lo han dicho al oído unos cuantos ponentes top que han pasado por aquí.