El 8 de julio del 2010, Mel Turpin apareció muerto en su domicilio, en Lexington, la ciudad de Kentucky en la que había nacido el 28 de diciembre de 1960. Se había pegado un tiro, aunque no se supo si había dejado una nota y nadie llegó a entenderlo, porque no parecía deprimido.
JUAN ANTONIO CASANOVA
Era el triste final, antes de cumplir los 50 años, de la vida de un jugador que apuntaba muy alto (fue el número 6 del "draft" del 84, el de Michael Jordan) y nunca pudo acabar de cumplir con las expectativas, por sus problemas de peso.
Con muy buena mano, Melvin Turpin fue una estrella en el instituto y en la universidad, habitual en las designaciones de mejores jugadores de la conferencia y pívot titular en el equipo de Kentucky que llegó a la "final four" de la NCAA en 1984. Normal que Washington le eligiera en uno de los primeros puestos, aunque lo traspasó de inmediato a Cleveland. Pero el exceso de peso (llegó a casi 140 kilos, claramente demasiados `para un jugador de 2,10 m.) fue un obstáculo tremendo en toda su carrera, que después de tres temporadas en los Cavs, en la segunda de las cuales llegó a promediar 13,7 puntos y 7 rebotes, y una en Utah le llevó a la Liga ACB en la 88-89, como fichaje de lujo de un CAI al que José Luis Rubio quería situar en lo más alto. Como en Utah ya se habían cansado de intentar que dejara de comer tantas hamburguesas, aceptaron cambiar sus derechos por los de Piculín Ortiz.
Su debut con el CAI, el 15 de octubre de 1988, con victoria en Granada ante el Oximesa (81-91), pareció demostrar que en la ACB podría ser un jugador determinante: 31 puntos, con 14/16 en tiros de dos, y 10 rebotes. En ninguno de sus cinco primeros partidos bajó de los 20 puntos. Pero pronto volvió a hacerse evidente su problema. El mismo de siempre: la comida basura. La base de los demás: salidas nocturnas, poco esfuerzo en los entrenamientos y, como consecuencia, irregularidad en sus actuaciones. El club se cansó de él y, tras quedarse en 6 y 10 puntos en los dos partidos perdidos en el Palau en la semifinal de los playoffs contra el Barça, le dejó fuera del equipo en el tercero, también con derrota.
Washington aún le dio una última oportunidad. Aportó unos no despreciables 12,1 puntos y 9,7 rebotes por partido, pero fue de más a menos y el 20 de abril de 1990 jugó su último partido en la NBA. Acabó trabajando como guardia de seguridad.