JULIO 28
Francia-Uruguay, una pelea olímpica (1952)
7/28/2016 - 9:52 AM
Los JJ.OO.’52 en Helsinki vieron uno de los duelos más violentos en alta competición de la historia del baloncesto. Fue el 28 de julio, en el Francia-Uruguay de la segunda fase.
JUAN ANTONIO CASANOVA
Los uruguayos se habían quedado con sólo tres jugadores en la pista. Los otros nueve habían sido eliminados por faltas. Entonces el límite estaba en cuatro. A falta de un minuto, con Francia delante por 66-64, los uruguayos consiguieron la canasta del empate, pero uno de los árbitros, el estadounidense Vincent Farrell, pitó falta contra ellos. Y se armó la de Troya. Todos los jugadores del banquillo sudamericano saltaron a la pista y agredieron al colegiado, porpinándole empujones y golpes durante 5 minutos.
La paliza hizo que el árbitro diera por buena la canasta porque, según dijo entonces, la falta se había producido después del enceste. Pero el francés Jacques Desemme (12 puntos, por 14 de Robert Monclar, tres veces olímpico y padre de Jacques, otro de los grandes del baloncesto francés; con 21 de Martín Acosta y 17 de Adesio Lombardo al otro lado) todavía tuvo tiempo de deshacer el empàte con una bandeja que estableció el definitivo 68-66. Tras lo cual, Farrell volvió a ser agredido por los jugadores uruguayos y algunos espectadores. Acabó en el hospital. La pelea se trasladó a las gradas de la Messuhalli y la policía finlandesa la reprimió con contundencia.
Wilfredo Peláez y Carlos Roselló, los dos jugadores que más se habían distinguido en los incidentes, fueron descalificados para el resto del torneo por los propios dirigentes uruguayos, que así impidieron seguramente que prosperara la petición de varios países de excluir a su selección de los siguientes JJ.OO.
A pesar de los incidentes, las descalificaciones y la derrota, Uruguay se rehizo y tras caer por 61-57 ante la URSS en una violenta semifinal acabó logrando el bronce, al superar a Argentina por 68-59. Francia, en cambio, ya no ganó ningún partido más y acabó octava. El título fue para EE.UU., muy superior. Con Bill Russell y KC Jones, luego grandes estrellas de los Celtics, como líderes, ganó sus ocho encuentros por una diferencia promedio de 53 puntos (pese al pobre 36-25 de la final, en la que los soviéticos, escarmentados por el 86-58 encajado en la segunda fase, se dedicaron a congelar el balón y en el minuto 10 el resultado era de 4-2) y en la mitad de ellos llegó a los 100.