La final de los playoffs de la NBA de la temporada 84-85 era ya la novena que enfrentaba a los Celtics y los Lakers. Las ocho anteriores, incluidas seis entre 1959 y 1969 y también la del 84, habían terminado del mismo modo: título para Boston. Pero nadie podía esperar que la serie, entre dos equipos fortísimos que habían ganado 63 (Celtics) y 62 (Lakers) partidos en la primera fase, comenzara con un marcador como aquel 148-114. Una paliza histórica, que se quedó pequeña 23 años después (131-92).
JUAN ANTONIO CASANOVA
Aquel lunes 27 de mayo todo les salió bien a los propietarios del Boston Garden. No es noticia que los cinco titulares acabaran en anotaciones de dos cifras, encabezados por Kevin McHale (26), pero sí que Scott Wedman, un suplente valorado especialmente por sus aptitudes defensivas y por una extraordinaria fortaleza física y mental que le ayudó a recuperarse en 1979 de un grave accidente de automóvil, llegara a esos mismos 26 puntos en sólo 23 minutos. Y mucho menos que lo hiciera sin fallar un solo lanzamiento en juego (7/7 de dos puntos, 4/4 triples, 0/2 tiros libres), cuando a lo largo desu carrera se quedó en un 48,1 % de efectividad en el tiro, que tampoco está tan mal para un alero, a veces escolta, de 2 metros justitos.
Fue su compañero Danny Ainge quien abrió el baile: 15 puntos en el primer cuarto (38-24), sin que Wedman lanzara un solo tiro. Eso vino a continuación: tres triples y 11 puntos en el segundo cuarto y en el descanso e lmarcador mostraba un terrible 79-49. Jugó muy poco en el tercero, pero en el cuarto se superó a sí mismo, hasta poner un 136-99. Un festival.
En el otro lado, claro, todo eran lamentaciones. Y críticas,sobre todo a Kareem Abdul-Jabbar (sólo 12 puntos y 3 rebotes aquel día, por 20y 8 de James Worthy). Más de uno proclamó que estaba acabado. Tenía ya 38 años,cierto, pero pronto iba a demostrar que aún tenía mucho que decir. Todavíajugaría cuatro temporadas más.
¿Pronto? En aquella misma serie. En los cinco partidos siguientes aportó sucesivamente 30 puntos y 17 rebotes, 26 y 14, 21 y 6, 36 y 7 y 29 y 7 y fue justamente elegido mejor jugador de la final. Larry Bird lo había sido de la temporada. Y lo más importante: los Lakers ganaron cuatro de esos cinco partidos y fueron campeones por octava vez en su historia, la primera frente a su bestia negra. Y en el mismísimo Boston Garden, sometido con un 100-111.