La convicción de que Marc Gasol era el mejor pívot del mundo adquirió plena ratificación oficial el 21 de mayo del 2015, cuando fue incluido en el cinco oficial de la NBA de la temporada 2014-15, en la que había promediado 17,4 puntos (su récord personal), 7,8 puntos, 3,8 asistencias y 1,6 tapones por partido con Memphis.
JUAN ANTONIO CASANOVA
A su lado estaban Stephen Curry (Golden State), que fue el MVP; James Harden (Houston), LeBron James (Cleveland) y Anthony Davis (New Orleans). Solamente un jugador europeo lo había conseguido antes que él: el alemán Dirk Nowitzki, cuatro veces entre el 2005 y el 2009. Para redondear el éxito familiar, su hermano Pau fue incluido en el segundo equipo de la liga, del que ya había formado parte en el 2011, como el propio Marc en el 2013.
Además, ambos compartieron el premio Princesa de Asturias del deporte del 2015. Un año sumamente positivo para los dos. Para Pau, por su brillante resurrección al cambiar de club: de los Lakers a Chicago. Para Marc, por la renovación por el único equipo de su carrera en la NBA, los Grizzlies, en el que debutó en la temporada 2008-09, al año siguiente de ser elegido por los Lakers en el puesto 48 del "draft". Una renovación que, tras rechazar múltiples ofertas, se concretó el 9 de julio del 2015: cinco temporadas por un total de 103 millones de euros. Un contrato acorde con su condición de número 1 en su posición. El mejor que ha firmado nunca un europeo en la NBA y el segundo de un jugador no estadounidense si se considera extranjero a Tim Duncan, nacido en las Islas Vírgenes.
"Es un honor y nunca me lo habría imaginado. No era un objetivo personal", comentó Marc, que en el 2013 ya había subrayado su imparable proyección con la elección como mejor defensor de la liga. "Si en el 2008, al llegar a la NBA, me hubiera dicho alguien que lograría todo esto... pensaría que el que me lo decía estaba loco. Pero sabía que lo iba a intentar. No conseguir estas cosas, pero sí mejorar en el día a día. Cuando llegué, mi objetivo era entrar en la rotación del equipo. Por suerte, me han pasado cosas buenas". Evidentemente, lo de la "suerte" es un eufemismo. Lo que hay detrás de tantos éxitos, que ciertamente nadie habría podido imaginar cuando le fue imposible hacerse un hueco en el Barcelona, no es suerte, sino una enorme capacidad de trabajo al servicio de unos genes baloncestísticos privilegiados.