La final de la Copa de Europa 85-86 reunía los máximos alicientes. Aquel 3 de abril se enfrentaban en Budapest el Cibona de Zagreb, dirigido por Zeljko Pavlicevic, que había sido campeón la temporada anterior, y el Zalgiris de Kaunas, con Vladas Garastas en el banquillo. O, por decirlo mejor, un Drazen Petrovic que se había enseñoreado de la competición, promediando 40,2 puntos por encuentro, y un Arvydas Sabonis que a sus 21 años, recién elegido por los Blazers en el “draft” de la NBA y antes de sufrir la traumática rotura del tendón de Aquiles, no tenía rival entre los hombres altos europeos.
JUAN ANTONIO CASANOVA
El menor de los Petrovic volvió a ser campeón, esta vez sin su hermano Aleksandar, lesionado, pero el protagonista del duelo fue Sabonis. Muy a su pesar.
Los días previos a la final fueron calientes, con cruce de declaraciones insultantes entre unos y otros, que ya se habían enfrentado en la liguilla final, con reparto de victorias. Los croatas (oficialmente, aún yugoslavos) eran bien conocidos, además de por su calidad, por su escasa educación deportiva. Y los lituanos (oficialmente, todavía soviéticos) no se quedaron atrás. Sabonis, entre otras lindezas, acusó a Petrovic de payaso y de egoísta.
Apoyado por 8.000 aficionados croatas entre los 12.500 espectadores que llenaban el pabellón, el Cibona tomó la delantera cuando Drazen, que no había anotado hasta el minuto 8, calentó la muñeca. En el descanso (47-39) el genio de Sibenik llevaba 15 puntos, pero Sabonis había brillado más: 17 puntos y 8 rebotes. El marcador ya no cambió de dueño, pero el Zalgiris había esbozado una recuperación cuando, en el minuto 31, llegó el momento decisivo. Con 68-61, el croata Nakic iba a anotar una canasta fácil en contraataque, pero recibió una falta antideportiva de Kaprikas, a la que replicó con un codazo. Sabonis llegó corriendo y propinó un tremendo puñetazo a Nakic. La tangana acabó con la descalificación de Sabonis (27 puntos, 17 rebotes)… y de hecho con el partido, que Nakic continuó jugando como si nada.
Con la victoria asegurada, el Cibona permitió al final, para consumar la burla, que su rival anotara canastas fáciles, sin molestarse en defender, y acabó ganando por 94-82. Petrovic, poco brillante por una vez (6/18 en el tiro), anotó 22 puntos, los mismos que Cvjeticanin y tres menos que Usic. Iovaisha aportó 20 al Zalgiris, en un mal día de Kurtinaitis (7).