JUAN ANTONIO CASANOVA

Aunque de poco le sirvió aquella exhibición a su equipo, Chicago Bulls, que perdió aquel encuentro, el segundo de la serie, por 135-131 después de dos prórrogas (Jordan dijo que, por supuesto, lo habría cambiado todo por una victoria) y a continuación quedaría eliminado con un 0-3 en la primera ronda de los playoffs. Jordan marcó 49 puntos en el primer partido y 19 en el último. El primero de sus seis títulos (del jugador y de los Bulls) tardaría aún cinco años en llegar.

Jordan solamente pudo jugar 18 partidos de la primera fase aquella temporada, segunda suya en la liga, por culpa de una fractura en el pie. Desoyendo los consejos de los médicos, que preferían que descansara hasta la siguiente, volvió para llevar al equipo a los playoffs. Y aquel día se salió en el Garden, con numerosas canastas imposibles en mates y penetraciones rodeado por hasta cuatro defensores tan desesperados como el técnico de los Celtics, Red Auerbach. Imágenes inolvidables de una de las más brillantes exhibiciones individuales que se recuerdan, ante la cual su compañero John Paxson confesó que “olvidé que estaba jugando; sólo quería parar y mirarle a él”.

“Pensaba que nadie era capaz de hacernos lo que Michael nos ha hecho”, explicó por su parte Larry Bird, que también había tenido una actuación sobresaliente: 36 puntos, 12 rebotes y 8 asistencias. Y añadió: “Es el jugador más apasionante, el más impresionante. Creo que es Dios disfrazado de Michael Jordan”.

Los 63 puntos de aquel domingo son sólo seis menos del tope absoluto de Jordan en un partido. Más que 69 sólo han anotado cinco jugadores en la historia de la NBA: Wilt Chamberlain en seis ocasiones, Kobe Bryant, David Thompson, Elgin Baylor y David Robinson.

En cuanto a los playoffs, tras los 63 puntos de Jordan las máximas anotaciones son: 61 de Elgin Baylor en 1962, 56 de Wilt Chamberlain ese mismo año, 56 de Charles Barkley en 1994 y 55 de Rick Barry en 1967