Intenta pasar desapercibido como un padre más dentro del amplio número de seguidores que animan estos días desde las gradas a las Selecciones de Cataluña pero sus casi dos metros de altura poco ayudan a un Manel Bosch que se estrena en el Campeonato de España de Minibasket en una ardua labor que aún desconocía, la de padre de deportista.
PABLO ROMERO / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
Corría el 29 de diciembre del año 2003 cuando vimos por última vez sobre las pistas de juego la camiseta de un Manel Bosch que ganaba metros para elevarse a lo más alto del Pavelló Barris Nord de Lleida. Allí, y junto a la de otro histórico como Berni Tamames, su dorsal número 12 quedó retirado para recordar por siempre su labor en pro del baloncesto en la capital ilerdense.
Transcurridos 13 años desde aquel mágico momento, el apellido Bosch regresa estos días del recuerdo para exhibirse de nuevo sobre una cancha con su estampación sobre el dorsal número 15 de la Selección Catalana de Minibasket. Su dueño, un Gerard Bosch cuyo parecido físico no deja ninguna duda a la hora de tratar de intuir su grado de parentesco con el ex jugador catalán.
Y aunque aún le queda un largo camino para poder intentar hacer sombra a los 530 partidos en Liga ACB de Manel o a sus 41 internacionalidades, Gerard ha conseguido estos días que su padre se sienta especialmente orgulloso del trabajo que le ha llevado a ser una de las piezas claves dentro del engranaje de su equipo: “El poder ver que la saga continúa hace una especial ilusión sobre todo cuando te paras a pensar que el chaval ha elegido el deporte que practicó su padre algo que personalmente me honra pero de lo que más orgulloso me siento es de poder verle disfrutar en un campeonato tan bonito como este”.
Un campeonato que le ha servido al que fuera jugador internacional para estrenarse con pasión en uno de los pocos lados de un baloncesto en el que se había movido hasta la fecha en casi todos sus frentes: “No hay más que ver cómo tengo la voz porque lo estamos dando todo… He vivido el baloncesto desde todos los puntos de vista posibles pero me faltaba este y una vez aquí puedo decirte que el ver jugar a un hijo es una experiencia que no se puede comparar con nada. Los nervios que pasas como padre al verle cumplir ese pequeño gran sueño de poder jugar con su selección son realmente indescriptibles”.
Nervios que le llevan incluso a aconsejar en el día a día a un Gerard Bosch cuya mejor arma se encuentra en la experiencia de su progenitor: “Hoy en día la juventud viene muy resabiada y les cuesta escuchar pero siempre que le veo receptivo intento aconsejarle en la medida de lo posible sin extralimitarme de las funciones de unos entrenadores que en este caso son los que mandan”.
Y todo ello como experiencia enriquecedora dentro de un campeonato en el que Manel está disfrutando como el que más: “Esto es un auténtico espectáculo. Lo que estos chicos están viviendo estos días es algo que no van a olvidar en su día ya no por la competición en sí sino también por los valores que les transmiten y por todos los amigos que hacen en estos días tan especiales en San Fernando. Lo ves y te dan ganas de saltar a ti también a la cancha…”.