El Taugrés jugó en los años noventa tres finales consecutivas de la Copa de Europa, nombre propicio a la confusión que la FIBA daba a entonces a su segunda competición, más tradicionalmente conocida entre nosotros como Recopa. Perdió la de 1994 en Lausana ante el Olimpia de Liubliana (91-81) y la de 1995 en Estambul ante el Benetton de Treviso (94-86). Pero a la tercera fue la vencida y no desaprovechó la ventaja de jugar esta vez en casa, el 12 de marzo de 1996, con el PAOK de Salónica enfrente.
JUAN ANTONIO CASANOVA
No fue fácil. Atenazado seguramente por la responsabilidad y por el recuerdo de las dos oportunidades perdidas, incapaz de sujetar a Prelevic y acusando el mal día de Nicola, el equipo de Manel Comas estaba 6 puntos abajo en el descanso (44-50). Un mal menor tras el 29-41 del minuto 15. Rivas (21 puntos ya entonces) había evitado que el problema fuera a más, acompañado por Millera, Cazorla y un joven (18 años) Garbajosa, tres suplentes. Y llegó la reacción, plasmada en un parcial de 25-9 que llevaba al 81-73 y garantizaba el éxito, que se concretó en el definitivo 88-81.
El pívot puertorriqueño Ramón Rivas fue el héroe de la final. Jugó los 40 minutos y aportó al éxito31 puntos y 14 rebotes. Tras él, 19 de un recuperado Nicola y 17 de Perasovic. En el PAOK, 34 de Prelevic y 20 de Stojakovic.
“Estaba muy cabreado, porque estaba jugando muy mal y mi equipo me necesitaba. Cuando volví a la pista lo hice con una mala leche increíble”, declaró Nicola, quien anunció su intención de probar suerte en la NBA. Al final de aquella temporada se marchó, pero al Panathinaikos.
“La fe, que mueve montañas, es la que nos ha hecho ganar. Hemos tenido la suerte de que Rivas nos ha mantenido dentro del partido”, afirmó Manel Comas, entrenador de los campeones al tercer intento, quien quiso recordar “a la gente que estaba hace un año o dos en las finales, porque este título ha sido una continuación de aquello”.
Al día siguiente, unas 50.000 personas (una auténtica multitud para una ciudad del tamaño de Vitoria) se congregaron en la plaza de la Virgen Blanca y sus inmediaciones para celebrar el título.
Ya con el nombre de Tau, el equipo alavés, a las órdenes entonces de Dusko Ivanovic, estuvo a punto de coronarse campeón de la Euroliga en el 2001, en aquella temporada del estreno que coincidió con la Suproliga de la FIBA, pero cayó en cinco partidos en la final ante el Kinder de Bolonia.