La Copa de Europa de baloncesto nació en 1958, un año después que la Liga española. En la creación de ambas tuvo un papel destacado Raimundo Saporta (ver 2/II), convencido de que sólo la organización de buenas competiciones abriría el camino a la profesionalización de este deporte, igual que en el fútbol. En una reunión celebrada en Gauting (Alemania) los días 13 y 14 de diciembre de 1957 se aprobó el proyecto que la FIBA había presentado seis meses antes, durante el Europeo de Sofía.
JUAN ANTONIO CASANOVA
La idea inicial era muy modesta, con sólo seis participantes, pero al final fueron 23, divididos en cuatro grupos –con diferente número de equipos- por proximidad geográfica para reducir los costes de los viajes. El Real Madrid, representante español como campeón de la primera Liga, estaba en el grupo del sudoeste junto al ASVEL Villeurbanne (Francia), el Barreirense (Portugal) y el Royal IV Anderlechtois (Bélgica), que había apeado en una eliminatoria previa al Etzella Ettelbruck (Luxemburgo).
Fue precisamente el choque de ida de esta eliminatoria el primer partido de la historia de la Copa de Europa, el único que se jugó en febrero de 1957. Fue el sábado, día 22, a las 20.45, hora local, cuando dio comienzo en el Palais du Midi de Bruselas. Lo ganaron los belgas a los luxemburgueses por 82-43 y también se impusieron en la vuelta, el 2 de marzo, por 36-63. Después eliminaron al ASVEL, pero en cuartos de final ya no pudieron –por poco, sólo 5 puntos de diferencia global- con el Real Madrid.
Los blancos tenían un gran equipo (Joaquín Hernández, Trujillano, los hermanos José Luis y Alfonso Martínez, Nené González y los puertorriqueños Brindle, Báez y Casillas), con Ignacio Pinedo en el banquillo, pero sus sueños se vieron truncados sin llegar a jugar. Porque en las semifinales les tocó el ASK Riga y ni los buenos oficios de Saporta consiguieron que el régimen de Franco permitiera que un equipo español se enfrentara a otro soviético, ni siquiera en pistas neutrales. Para eso habría que esperar tres años.
El ASK, dirigido por Aleksandr Gomelski, fue el primer campeón de la historia, tras derrotar al Akademik de Sofía, que había superado en la otra semifinal al Honved de Budapest, en los dos partidos de la final: 86-81 y 71-84. La estrella del equipo, el gigante Krumins, marcó 32 puntos en la ida y 13 en la vuelta. En las dos ediciones siguientes tampoco pudo nadie con él.