FEBRERO 12
Bonareu, 45 puntos de récord (1956)
2/12/2016 - 11:21 AM
Tres partidos, tres amistosos, fueron todos los que jugó la selección española durante todo el año1956. Tras derrotar a domicilio a Lisboa (55-70) e Inglaterra (53-55), el 12 de febrero se midió en Barcelona a Bélgica, ocasión que se aprovechó para que Juan Antonio Samaranch, entonces delegado de Deportes del ayuntamiento de la Ciudad Condal, entregara a los miembros del equipo la Medalla al Mérito que les había concedido la Delegación Nacional de Deportes por su triunfo, medio año antes, en los Juegos Mediterráneos.
JUAN ANTONIO CASANOVA
El conjunto que dirigía Jacinto Ardevínez hizo un gran partido y se impuso con una rotundidad inesperada (87-62). La gran estrella de aquel domingo fue Jordi Bonareu (Mataró, 16/XI/1934), un pívot de sólo 1,92 m pero mucha habilidad, labrada en largas sesiones de entrenamiento en solitario en una pequeña pista en el patio de la casa paterna. Un anotador compulsivo, que marcó más de la mitad de los puntos del equipo, 45, 27 de ellos en una segunda parte excepcional. Fueron el récord individual de la selección española hasta que Jordi Villacampa llegó a 48 contra Venezuela en el Mundial’90 (ver 15/VIII). El que todavía mantiene Bonareu es el de selección catalana: 42.
Las crónicas de la época resaltaban que si bien “Bonareu se llevó la palma de la admiración general, hubo otros que cumplieron maravillosamente”. Sobre todo Hernández (ver 20/I), que dirigió primorosamente al equipo, “con pases de auténtica maravilla”, y marcó 16 puntos, y Brunet (4). También jugaron Imedio (4), Canals (0), J. L. Martínez (4), R. González (7), Kucharski (6) y Díaz Miguel (1).
Bonareu cerró aquellos Juegos Mediterráneos de 1955 con 46 tiros libres anotados de 48 lanzados.
En 1956 visitó España el campeón de la NBA del año anterior, Syracuse Nationals. Jugó aquí cinco partidos y el segundo de ellos, que le enfrentó en Barcelona a un combinado español que era la selección catalana reforzada por Joaquín Hernández y Antonio Díaz Miguel (victoria visitante por 65-95), permitió a Bonareu ganar una interesante apuesta, como él mismo recuerda ahora, 60 años después: "Se rieron mucho cuando les dije que con mi estatura no jugaba de base, sino de pívot, y Dolph Schayes, la gran estrella de aquel equipazo, me dijo que si era capaz de meterles 20 puntos me regalaría unas botas y un balón americano. Me hacía mucha ilusión, porque aquí no se encontraban. Yo le contesté que les marcaría 25. Y fueron 28".
Jugó en el Mataró, el Orillo Verde de Sabadell y el Barcelona. Sólo seis temporadas en total (y siempre firmando de una en una), porque tenía que dedicarse a la empresa familiar. Una grave enfermedad de su padre le impidió hacerlo en el Real Madrid, por el que ya había fichado ("el equipo familiar es el más importante", le dijo Raimundo Saporta), y renovó por el Barça, que le pillaba mucho más cerca, para una última campaña (1958-59) en la que ganó la Liga y la Copa. En 1979 volvería fugazmente al club azulgrana como directivo encargado de la sección. Luego se separó del baloncesto.