Javier Gómez Navarro, que era entonces el secretario de Estado para el Deporte, hizo públicas el 23 de diciembre de 1991 las cantidades de los capitales mínimos que debían tener los clubs profesionales de fútbol (Primera División y Segunda A) y baloncesto (Liga ACB) para su conversión en sociedades anónimas, que debía estar lista en pocos meses, con el 30 de junio de 1992 como fecha tope. Ya se sabía que habría cuatro excepciones, dos de las cuales afectaban al baloncesto: las del Real Madrid y el Barcelona. Athletic de Bilbao y Osasuna eran las otras dos.
JUAN ANTONIO CASANOVA
Gómez Navarro comentó que la conversión de los clubs a SAD resultaba más sencilla en el caso del baloncesto, porque los clubs "son más modernos y no tienen deuda histórica", y que el proceso "va a suponer una mejor gestión económica y un refuerzo en la solvencia; así se obtendrán unos resultados más seguros". Lamentablemente, los hecho no le darían la razón, y menos aún en el caso del fútbol. Durante muchos años (ahora la situación va mejorando) las deudas de los clubs siguieron creciendo, a menudo exponencialmente; muchos han tenido que entrar en concurso de acreedores y algunos simplemente han desaparecido.
Para fijar aquellos capitales mínimos se contabilizó el 50 % de los gastos efectuados por cada club de fútbol, y el 35 % en los de baloncesto, en los tres años anteriores y se añadió el patrimonio neto negativo a 30 de junio de 1991.
Estos eran los capitales para los clubs de baloncesto, en mllones de pesetas. Granollers, 232,862; Caja San Fernando, 211,600; OAR Ferrol, 208,183; Unicaja, 206,479; Granada, 169,785; TDK Manresa, 156,260; Gran Canaria, 149,844; Valvi Girona, 146,813; Joventut, 145,052; Fórum Filatélico, 134,257; Coren Orense, 110,886; CAI Zaragoza, 110,201; Taugrés, 109,964; Pamesa, 100,229; Huesca la Magia, 94,615; Estudiantes, 85,549; Juver Murcia, 79,189; Elosúa León, 77,654; Breogán, 73,332; Mayoral, 72,045; Ferry's Llíria, 37,317.
Quedaba en estudio el caso del Collado Villalba, al que se concedió una prórroga porque con el cambio de directiva se habían perdido los balances económicos de los últimos años. Fue una de las huellas que dejó el efímero paso de Jesús Gil al frente del club (ver 25/I). El equipo madrileño compitió sin patrocinador en aquella Liga ACB 91-92 y acabó 22.º entre 24 equipos, con lo que salvó la categoría, pero, acuciado por las deudas, vendió su plaza y desapareció de la élite.