En la historia de la Liga española, el Real Madrid sólo había perdido dos veces en su pista cuando le visitó el Barcelona el domingo 4 de noviembre de 1979. En aquel momento muchos pensaron que eso no había sucedido nunca. Pero había dos precedentes: un 39-43 del Joventut en la temporada 58-59, en la que el título fue para el Barcelona, y un 59-61 ante al Kas en la 68-69. Este partido se jugó en la última jornada y el Madrid, ya campeón, alineó a los suplentes.
JUAN ANTONIO CASANOVA
Aquel Madrid-Barça correspondía a la quinta jornada. Ambos habían ganado en las cuatro primeras. Vencieron los azulgrana por 84-85 y en la crónica del partido destacamos como claves la mentalización, "porque, por primera vez, el Barcelona ha saltado a la pista del R. Madrid pensando más en la posibilidad de ganar que en la probabilidad de salir vapuleado", y el planteamiento de Antonio Serra, que hizo jugar por fuera a sus pívots, muy livianos (Guyette y luego De la Cruz, con Sibilio de "4"), para evitar que las torres blancas (Rullán y Meister) dominaran el rebote y montaran rápidos contraataques.
Un 31-24 marcó la mayor ventaja del Madrid. El Barcelona retomó la delantera con el 37-38 y ya no la perdió, con un 52-61 como mayor distancia. Con 72-73, el Madrid falló un ccontraataque y su rival volvió a escaparse (74-81). Pero una defensa presionante de Lolo Sainz llevó al 82-83 y al 84-85. Quedaban 31s. El Barça consumió sin tirar la posesión (entonces de 30s) y al Madrid le quedó un solo segundo para un último tiro, que falló Beirán.
Brabender (22 puntos) y López Iturriaga (17) fueron los mejores del Madrid. En el Barça, Ansa (25) y Sibilio (20 y 11 rebotes).
El público blanco aceptó deportivamente, con una gran ovación al final, un resultado que daba mucha ventaja al Barça de cara al título. Poco importaba la mínima diferencia, pues aquella temporada no contaba el "basket average". Si ninguno de los dos sufría un tropiezo, al Barça le bastaría con empatar (entonces valía) con el Madrid en el Palau Blaugrana para ser campeón. Cualquier victoria blanca obligaría a jugar un partido de desempate. El Madrid ganó, por 89-102. Pero no hubo desempate, porque en la antepenúltima jornada el Barcelona cayó (87-83) en la pista del Estudiantes y allí se despidió virtualmente del título. Al final de la temporada, Jordi Bonareu, que era el máximo responsable del baloncesto azulgrana, presentó su dimisión. Nunca una victoria histórica sirvió para tan poco.