El 29 de noviembre de 1999, el consejo de administración del Joventut de Badalona aprobó por unanimidad el nombramiento de Jordi Villacampa (Reus, Tarragona, 11/X/1963) como presidente del club en sustitución de Genís Llamas, que acababa de dimitir.
JUAN ANTONIO CASANOVA
Villacampa, que hasta su retirada, año y medio antes, había sido capitán y estrella del equipo verdinegro, el único de su carrera, con el que ganó un Campeonato de Europa de clubs, dos Copas Korac, dos Ligas y siete Ligas Catalanas, llevaba un mes como vicepresidente en un momento de graves problemas deportivos y económicos de la Penya, que además se quedó sin su patrocinador, Pinturas Bruguer, aunque tenía contrato en vigor.
"Yo no sabía dónde me metía", confiesa Villacampa, cuya primera gestión como presidente, ratificado por la asamblea el 17 de diciembre, fue precisamente renegociar el pago a plazos de la cantidad prevista en dicho contrato.
Entró para ayudar al club de su vida, de entrada sobre todo por su buena imagen, y ahí sigue diecisiete años después, tras demostrar buenas dotes de negociador en tiempos difíciles. Más de una vez amenazó con dejarlo, pero la situación del club le aconsejó siempre continuar.
A la hora de hacer balance de su mandato, Villacampa destaca dos aspectos positivos, que resultan especialmente meritorios dadas las desfavorables condiciones económicas. Por un lado, los títulos: una Copa del Rey, una Copa ULEB, una Copa de la FIBA y tres Ligas Catalanas. Sin olvidar que el equipo júnior del club fue el mejor de Europa en el 2013. Por otro, haber recuperado el entusiasmo en la afición verdinegra, sobre todo a partir de la época que él llama de "las tres R": Rudy Fernández, Ricky Rubio y Pau Ribas, a las que se podría añadir una cuarta, la del entrenador Aíto García Reneses. Esos tres jugadores tuvieron que marcharse en busca de mejores contratos, como Raül López, Pere Tomàs, Hamilton, Norel, Marko Todorovic y tantos otros, pero ese sacrificio continuo ha permitido, con los diez millones de euros que representaron sus traspasos, sobrevivir al club y mantener una cantera que es la garantía de futuro.
¿Y lo peor? Eso también lo tiene claro Villacampa: "Habernos fiado de las administraciones públicas, que no cumplieron su palabra". Eso obligó al club a entrar en concurso de acreedores, ya superado.