La presencia de jugadores estadounidenses en el baloncesto español ha sido siempre una fuente de anécdotas.
JUAN ANTONIO CASANOVA
Desde aquel del Collado Villalba que se quejaba de que los coches españoles no tiraban porque creía que todos eran automáticos y nunca quitaba la primera a otro del Barça que inundaba el vestuario de donuts para hacerse perdonar cada una de sus continuas faltas de disciplina, pasando por la peculiar pareja que formaban en Manresa uno al que había que rescatar a menudo de comisaría por las violentas discusiones con su mujer y otro que de noche se colaba en las oficinas de club para telefonear desde allí a su país.
Pero uno de los casos que más perjudicó a su equipo fue el de un jugador precisamente del TDK Manresa, Terquin Mott (Filadelfia, 20/I/1974), un pívot de 2,03 m con mucha técnica y muy poca cabeza, que el 18 de noviembre de 1998 se negó a subir al avión con el resto del equipo, que el día siguiente disputaba en la pista del Maccabi de Tel Aviv un decisivo duelo de Euroliga. El jugador, que una semana antes había recibido un ultimátum del club por sus continuas faltas de disciplina, tomó la decisión en el momento en que iba a facturar el equipaje en el aeropuerto barcelonés de El Prat, inmediatamente después de responder a las preguntas habituales a todos los viajeros que se dirigen a Israel. Adujo que sentía amenazada su seguridad, pues Israel era una zona de enorme peligro a causa de la crisis entre EE.UU. e Irak. Y no hubo manera de convencerle.
Aprovechando una escala técnica en Roma, el entrenador del TDK, Luis Casimiro, telefoneó al presidente, Valentí Junyent, y acordaron despedir al
jugador, que por lo visto no había expresado el menor temor en los días anteriores al viaje. "No estaba premeditado. Se le han cruzado los cables -explicó Casimiro-. Él es así. Llega un momento en que pierde los papeles, se queda bloqueado y le da un puñetazo a un rival o hace un movimiento táctico que no estaba preparado".
Al día siguiente el TDK perdió en Tel Aviv por un duro 81-55. A Mott se le rescindió el contrato y le sustituyó John Williams. Aquel volvió después a la ACB. Fugazmente: 18 partidos con el Gijón en la temporada 1999-00 y 13 con el Lucentum de Alicante en la siguiente. Entre sus tres clubs, 48 partidos de Liga, con 17,8 puntos y 7,4 rebotes de promedio. Y fue en España donde acabó su carrera, con el Cantabria Lobos en la LEB 2002-03.