El 6 de octubre de 1973, dos días después de lograr un éxito histórico ante la URSS (ver 4/X), la selección española jugaba por segunda vez la final de un Campeonato de Europa, 38 años después de la primera. En este caso en casa, en Barcelona, pero frente a un equipo de calidad excepcional, de un nivel superior, que no permitió al conjunto de Díaz Miguel la menor opción de soñar con el oro. Los "plavi", dirigidos entonces por Mirko Novosel, lo hicieron suyo por vez primera en la quinta final para ellos.
JUAN ANTONIO CASANOVA
Desde el primer momento quedó claro que la defensa de los yugoslavos, que nueve días antes ya habían superado en el mismo escenario a los españoles por 65-59 en la primera fase del torneo, iba a ser una muralla infranqueable tanto para los jugadores exteriores como para los pívots. El gran acierto de Brabender en el tiro (9/12), acompañado por Buscató (5/10), que se despedía de la selección, no fue suficiente para recortar más allá de los 12 puntos del descanso (31-43) la ventaja que había acumulado rápidamente (20-35) un rival con muchos más centímetros y posibilidades de relevos. Un detalle: en aquel equipazo eran suplentes, con 21 y 19 años respectivamente, Dalipagic y Kicanovic, que pronto se convertirían en dos estrellas de enorme esplendor (ver 30/VII).
La segunda parte fue un querer y no poder. Díaz Miguel se olvidó de las defensas zonales, que no habían salido bien, y al volver a la individual consiguió rebajar la desventaja a 9 puntos: 44-53 y 57-66. Faltaban 5 minutos, pero si alguien soñó fue sólo por un momento. Tres contraataques consecutivos del rival lo dejaron muy claro: 57-72. Al final, 67-78.
Estos fueron los anotadores:
Yugoslavia: Slavnic (12), Tvrdic (6), Solman (7), Cosic (23), Marovic (5); Plecas (8), Jelovac (6), Dalipagic (9), Jerkov (0), Kicanovic (0), Ivkovic (0), Knezevic (0).
España: V. Ramos (5), Buscató (10), Brabender (22), Santillana (6), Luyk (10); Cabrera (8), Rullán (2), J. L. Sagi-Vela (4), M. Á. Estrada (0), G. Sagi-Vela (0).
Nadie quedó defraudado. Ni se quejó del arbitraje, pese a que España tardó 16 minutos en lanzar un tiro libre. La plata era un éxito enorme y como tal se celebró. Buscató se retiró del equipo en el podio, los dos brazos en alto, entre vítores, aplausos de los rivales y gritos de "¡España, España!" de un público entusiasmado. "Estoy emocionadísimo. Es el momento más maravilloso de mi vida", confesó con frases entrecortadas el extraordinario jugador catalán.