366 HISTORIAS - 12 DE OCTUBRE
Alfonso Martínez no se sube al avión (1963)
10/12/2016 - 9:57 AM
Alfonso Martínez (Zaragoza, 24/I/1937-17/IV/2011) necesitaría un libro entero. El primer gran pívot del baloncesto español, auténtico devorador de rebotes pese a medir sólo 1,94 m, era un seguro de éxito.
JUAN ANTONIO CASANOVA
Jugó las 19 primeras Ligas y en tres de ellas (57, 58 y 67) fue el máximo anotador. Continúa siendo el único jugador que ha ganado la Liga con tres equipos distintos (dos con el Real Madrid, una con el Barcelona y otra con el Joventut) y la Copa con cuatro (una con cada uno de las citados y otra con el Picadero). Fue 148 veces internacional.
En Barcelona desde los 6 años, estudió y empezó a jugar en La Salle Bonanova. De ahí, al Espanyol, como juvenil, y luego al Barcelona, Aismalíbar, Real Madrid (con su hermano mayor, José Luis, 22 veces internacional, cobrando cada uno 15.000 pesetas al mes, más la pensión completa en un hotel; "era una pasta, pero yo me lo gastaba todo; el dinero es para gastarlo y así lo he hecho yo siempre", me confesó muchos años después con su sinceridad habitual); de nuevo el Barça, con el que ganó su tercera Liga consecutiva; Joventut, Picadero, otra vez la Penya, Mataró y Breogán, en el que se retiró en 1976. Después entrenó al Valladolid y al Manresa, se apartó del baloncesto y nunca acabó de entender que había vida fuera de él.
"Yo en la selección hacía lo que me daba la gana. Salía cada noche y tan tranquilo", me espetó cuando repasábamos su larga carrera. Y no exageraba. Su fuerte carácter (se definía a sí mismo como "un tozudo gruñón") se unía a su condición de imprescindible. Con ella participó en los JJ.OO. de 1960 y 1968, en el Mundial oficioso de 1966 y en cinco Campeonatos de Europa (59, 61, 63, 67 y 69). Y protagonizó un sinfín de anécdotas. Por ejemplo, su negativa a acudir al Europeo del 65 en Moscú, porque la preparación le parecía demasiado larga. Se inventó que tenía que ayudar a su padre en una fábrica de botones que nunca existió. O su enfado con Díaz Miguel por dar minutos a Monsalve en el último partido del Europeo'67 y poner así en peligro el título de máximo reboteador de Alfonso, que al final compartió con el finés Vainio. Pero la mejor fue seguramente la del 12 de octubre de 1963, en el Europeo, cuando se negó a efectuar el viaje de vuelta de Wroclaw a Varsovia en el mismo avión de la ida, que le daba miedo, y pagó un taxi de su bolsillo para hacer el trayecto durante toda la noche… y comprobar después que a Barcelona tenía que ir en el mismo aparato.