ENERO 30
La URSS pierde el Mundial por no jugar contra Formosa (1959)
1/30/2016 - 9:21 AM
Las primeras ediciones de los Mundiales de baloncesto se vieron perturbadas por diversos conflictos políticos. Ya había ocurrido en Argentina en 1950 y en Brasil en 1954. Y el tercero, el de 1959 en Chile, tampoco pudo evitarlos.
JUAN ANTONIO CASANOVA
El primer problema, y grave, fue de otra índole. El gran pabellón que debía construirse en Santiago de Chile para albergar en 1953 el primer Mundial femenino de la historia seguía sin construirse en 1958, cuando debía jugarse el Mundial masculino, que sería el primero con varias sedes distintas. William Jones, presidente de la FIBA, se armó de paciencia y retrasó la competición hasta enero del año siguiente. Y entonces también tuvo que tragar que los partidos se jugaran en campos de fútbol, porque las restantes sedes estaban como la capital: carecían de pabellones adecuados. Obviamente, en aquella época el Mundial no tenía la fuerza de ahora y era aconsejable evitar el riesgo de una cancelación definitiva. Por suerte, el buen tiempo del verano austral evitó la catástrofe.
Hecha esta salvedad, la competición se inició con normalidad y la URSS, que participaba por primera vez, demostró enseguida que era el mejor equipo con diferencia (ver 28/I). Pero el 30 de enero, en la penúltima jornada de la fase final, que disputaban siete equipos en una liguilla y era el último partido para los soviéticos, que debían descansar en el cierre, éstos cumplieron su amenaza de no presentarse a jugar el partido contra Formosa, la China nacionalista, puesto que Moscú sólo reconocía a la China Popular de Mao. Todo lo contrario que la FIBA. Los árbitros, Ross (EE.UU.) y Cereceda (Uruguay), esperaron los 15 minutos estipulados y Wong Kowk Yeung –sin ninguna oposición, por supuesto- anotó la canasta del reglamentario 2-0. William Jones tuvo que pedir disculpas a casi 30.000 decepcionados aficionados. La escena se repitió al día siguiente, con los búlgaros en el papel de los soviéticos.
A la FIBA se le presentaba un problema muy gordo. Si se limitaba a dar por perdido el partido por 2-0 a los soviéticos, éstos iban a quedar igualmente campeones. Sería escandaloso. Presionada por todas partes, la FIBA decidió finalmente, por cinco votos a uno, relegar a la URSS y Bulgaria a las dos últimas plazas del grupo y el título fue para Brasil, que lo tenía seguro si no perdía ante Chile por 12 puntos o más. Ganó por 73-49.