23 DE ENERO
Un muy extraño Mataró-Picadero (1966)
1/23/2016 - 12:00 PM
El Picadero, histórico club barcelonés ya desaparecido, fue uno de los grandes del baloncesto español en los años sesenta y comienzos de los setenta. Nunca quedó más abajo del sexto puesto, pero tampoco ganó la Liga nunca (sí la Copa, en 1964 y 1968). Quedó cuatro veces segundo y cuando estuvo más cerca del título fue en la temporada 1965-66.
JUAN ANTONIO CASANOVA
La Liga se jugaba entonces a doble vuelta, sin playoffs, y en caso de empate a puntos decidían las confrontaciones directas entre los equipos implicados. Así que el Picadero, que con el patrocinio de Damm había completado una plantilla excelente (Chus Codina, José Ramón Ramos, Alocén, Alfonso Martínez, Albanell, Nora, Soro, Calvet, el puertorriqueño Teo Cruz y el estadounidense Ira Harge), parecía tener el título en la mano después de apalizar (77-45) en la primera vuelta al Real Madrid y haber sufrido sólo una derrota más cada uno de ellos (el Madrid en la pista del Mataró, que fue tercero; el Picadero, en la del Joventut, enconces Juventud, en castellano).
Con esa ventaja, a falta de devolver la visita al Madrid, se presentaron los cerveceros en Mataró en la undécima jornada, segunda de la segunda vuelta, una soleada mañana del domingo 23 de enero. Sorprendió enormemente que José Esteve, el entrenador visitante, no alineara a Harge, ni a Cruz hasta casi el final del primer tiempo. De un 9-17 se pasó a un 20-17 y aunque el Picadero ganaba en el descanso por 28-29 y a falta de 5 minutos por 47-49, el arbitraje fue caserillo y aquel Mataró de Antonio Serra tan peligroso pese a jugar sin pívots acabó imponiéndose por 57-55 de la mano de dos diablos como Joan Martínez (21) y Josep Maria Soler (19). El máximo anotador visitante, Alfonso Martínez, no pasó de 11 puntos.
Tres semanas más tarde, el Picadero perdía por 78-73 en la pista del Real Madrid, que pudo así revalidar el título. Pero algún tiempo después se supo que antes del duelo catalán un directivo mataronés, Andrés Cabot, había ido a visitar a Joaquín Rodríguez, presidente del Picadero, asegurándole que la afición local deseaba que el título se quedase en Catalunya y ofreciéndole pactar la victoria del equipo barcelonés si éste jugaba sin sus extranjeros “para no ensañarse”. Parece que hubo un talón de por medio, que durante el descanso del encuentro Cabot arrojó en el vestuario visitante mientras se carcajeaba de la jugarreta. Un episodio vergonzoso.