PABLO ROMERO / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB

El polideportivo de El Plantío descansa estos días en el más absoluto de los silencios. Entre sus paredes resuenan aún los ecos del tercer ascenso consecutivo del Ford Burgos pero sobre su pista no queda ya ni rastro de una hazaña que ha permitido a sus protagonistas dar comienzo prematuro a las vacaciones de verano.

La irrupción de una sombra avanzando por el largo pasillo que separa la cancha de los vestuarios rompe con esta calma. No llega a lomos de Babieca pero, si así fuera, no resultaría para nada extraño ya que Jorge García empieza a ser tan conocido y respetado en la ciudad como el mismísimo D. Rodrigo Díaz de Vivar. Y todo ello gracias a siete conquistas de un mismo territorio, una Liga Endesa que no guarda ya secretos para él.

Convertido en el nuevo rey de reyes  tras su séptimo ascenso no necesita usar muchas palabras para transmitir sentimientos ya que el brillo de su mirada muestra la ilusión de un junior, la ambición de ese jugador de mediana edad que busca el salto a la ACB y, sobre todo, la responsabilidad que supone ejercer como el veterano caballero de un equipo en el que ha demostrado -a sus 38 años- que queda aún mucho baloncesto en sus manos.

Un reto basado en el orgullo

Corría el mes de noviembre de la pasada campaña 2013/2014 cuando en un lance fortuito del juego la rodilla de Jorge García dijo basta. Apenas unas horas después la temporada había terminado para él. Con los ligamentos rotos, el ala-pívot cordobés se veía obligado a pasar por quirófano como paso previo a una larga recuperación.

El camino no fue sencillo y no fueron pocas las voces que entre murmullos dudaron de su recuperación tratando de retirarlo antes de tiempo pero su “cabezonería” no hizo más que reafirmar sus deseos de poder regresar a las pistas: “Fueron meses muy largos, duros y dolorosos pero sabía que la única opción de volver pasaba por ese camino. Me llegué a obsesionar hasta tal punto que no había tiempo ni para comer, pasaba horas y horas trabajando con Víctor López -físio del Autocid- y aprovechando cada minuto libre para trabajar en la recuperación”.

Apenas 5 meses después, y aún sin el alta médica, Jorge era ya uno más en las ruedas de calentamiento de su Ford Burgos. Ataviado con el uniforme de juego al fondo del banquillo el ala-pívot cordobés ansiaba con poder saltar a una pista en la que tuvo que ver desde la banda su sexto ascenso. Un título con el que daba caza a David Gil al frente del ranking de ascensos y que le llevó a plantearse un nuevo reto: “Esa situación me  hizo aún más ambicioso. Sabía que con mi edad y tras una lesión de ese tipo mucha gente había perdido la confianza en mí así que me empeñé en trabajar muy duro durante el verano para poder demostrarles que aún me queda mucho baloncesto en las manos”.

Con la complicidad de su mujer Nuria, y el apoyo de sus hijos Adrián y Marcos a quienes les tocó ejercer durante todo el verano como recogepelotas, Jorge cumplió el reto regresando a las pistas 10 meses después. El lugar no podía ser otro, un Plantío al que regresó con la ilusión de un junior y con mucho que demostrar: “Durante el verano surgieron varias ofertas pero en todas ellas la rodilla aparecía de algún modo u otro condicionando el contrato. Yo tenía claro que el destino tenía que ser Burgos ya que era allí donde quería mostrar que estaba de vuelta; Andreu Casadevall nunca dejó de confiar en mí y ese fue mi mejor aval para poder formar parte de nuevo de un proyecto en el que quería ayudar al club a ratificar su condición de ACB pero, esta vez, desde dentro de la pista”.

Un camino… ¿de vuelta a la Liga Endesa?

Tras superar su particular travesía por el desierto, la pretemporada supuso el punto de partida para su renacer como jugador. Con el séptimo ascenso como objetivo, García fue superando etapas en su renacer como jugador: “El día que jugué el primer partido me sentí como nunca. Era un mero amistoso de pretemporada pero a nivel de sensaciones para mí estuvo a la altura de mi debut en ACB o incluso de cualquiera de las finales disputadas. La rodilla respondió y eso me dio muchísima confianza para poder ir creciendo durante la temporada siempre con el objetivo en la mente de poder lograr un séptimo ascenso con el que entrar a formar parte de la historia de una Adecco Oro que me ha dado mucho y a la que siempre estaré muy agradecido”.

Una séptima promoción que al igual que en su primer ascenso allá por el año 2000 ha metido en la cabeza de su protagonista un deseo, el de poder sentirse de nuevo jugador ACB: “Quizá pueda sonar raro pero yo me veo capacitado para poder jugar de nuevo en la ACB. Sé que tengo mis limitaciones pero también tengo algo de lo que muy pocos jugadores pueden presumir, una extensa carrera en los equipos más punteros de la Adecco Oro y experiencia en una Liga Endesa en la que siempre me he sentido cómodo. En Burgos me conocen bien y saben que si finalmente damos el salto yo voy a demostrar que puedo disputar minutos de garantía en la categoría y, si fuera otro equipo el que llamara a mi puerta no deben tener ninguna duda de que puedo asumir ese reto”.

Y es que, a sus 38 años, Jorge no se plantea por ahora la retirada de las pistas: “Siempre he dicho que disfruto mucho jugando y que tan sólo me retiraré el día que sienta que no puedo estar a un buen nivel. A día de hoy puedo seguir aportando más de 20 minutos de buen baloncesto y eso es lo que me da las fuerzas necesarias cada verano para poder seguir un año más”.

El mensaje de un predecesor “jodido”

Ahondando en el trasfondo de esta historia supone toda una obligación moral el tocar a la puerta de David Gil. Durante los últimos 7 años el base malagueño ha ostentado en solitario un récord de promociones que ahora se ha desvanecido a manos de Jorge García. Esa misma noche, y nada más conocerse la noticia, Gil cogía su móvil, tiraba de agenda y buscaba en la “G” para enviar el siguiente mensaje: “Estoy jodido pero si tenía que ser alguien… me alegro de que hayas sido tu”.

El rey abdicaba pero su reino quedaba en buenas manos ya que estos dos rivales sobre la pista se convirtieron en buenos amigos compartiendo vestuario en Lucentum Alicante (2000) y Baloncesto Fuenlabrada (Fuenlabrada) lo que convierte a Jorge García en el heredero idóneo de un trono que podría verse amenazado de nuevo el próximo verano a manos del siempre hambriento Taylor Coppenrath pero, mientras tanto… ¡Dios salve al Rey Jorge García!

Jorge García, un rey también en casa:

Padre de Adrián y Marcos -dos niños de 12 y 9 años- Jorge es todo un referente también en su casa. Todo un privilegiado a la hora de poder encontrar a sus hijos entre las gradas pendientes de sus actuaciones, el capitán del Ford Burgos se siente orgulloso a la hora de reconocer que: “Soy una especie de ídolo para ellos al que intentan imitar. Me acompañan a cada partido, me siguen en el día a día y juegan ya a baloncesto en la cantera del club donde, casualidad o no, ambos juegan con el número 12 pero el más contento soy yo a la hora de saber que están disfrutando de todo esto con cierta madurez. Me dicen que no puedo retirarme hasta que ellos no llegue a ser profesionales para que puedan jugar contra mí así que intentaré cumplir con su deseo”.

Trayectoria deportiva - Jorge García:

Cat. Inferiores: CB Córdoba y Real Madrid
1994/95: Real Madrid (Junior)
1995/96: CB Marbella (Liga EBA)
1996/98: Cajasur Córdoba (Adecco Oro)
1998/99: Recreativos Orenes Murcia (ACB)
1998/00: Lucentum Alicante (Adecco Oro)
2000/01: Lucentum Alicante (ACB)
2001/03: Baloncesto León (Adecco Oro)
2003/04: Bilbao Basket (Adecco Oro)
2004/05: Baloncesto Fuenlabrada (Adecco Oro)
2005/08: Baloncesto Fuenlabrada (ACB)
2008/09: Lucentum Alicante (Adecco Oro)
2009/10: Lucentum Alicante (ACB)
2010/11: Baloncesto León (Adecco Oro)
2011/12: Grupo Iruña Navarra (Adecco Oro)
2012/14: Ford Burgos (Adecco Oro)