Isabel “Moses” Fernández (Vitoria, 1971) es una de esas entrenadoras que vive el baloncesto tanto desde la realidad del entrenador de colegio, hasta la de la dirección del club, León Cuna del Parlamentarismo, en la búsqueda de recursos económicos y desde la pista en una competición exigente como la Liga Femenina 2.
MIGUEL PANADES /ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
La voz de Isabel “Moses” Fernández suele estar rota los lunes. Se levanta por la mañana tras un fin de semana en el que a veces coinciden hasta siete partidos bajo su dirección como entrenadora. En León entrena desde las mas pequeñas en los colegios hasta el senior de LF2 pasando por infantiles, juniors, masculinos y femeninos. Ella es “El baloncesto” desde todas las perspectivas, ya sea como entrenadora, como directiva – es vicepresidenta del club – directora deportiva, responsable conseguir patrocinios… todo. Vive para, por y de el baloncesto aunque la suma tenga que llegar, como tantos otros técnicos repartidos por nuestra geografía, de los diferentes equipos de todos los niveles. “Cuando era jugadora ya era un poco entrenadora y cuando he sido entrenadora soy también directiva… la verdad es soy un poco “combo”, afirma desde su voz quebrada por la intensa actividad.
Era una niña muy grandota, tanto que desde que empezó en el Colegio Hogar San José de Vitoria, todos los entrenadores de alrededor ya se fijaron en ella para incorporarla, primero al La Blanca y después al Gasteiz. “Cuando hice la primera comunión medía 1,75 así que parecía más una novia que otra cosa” ironiza y desvela las razones por las que todo el mundo del baloncesto la conoce por su apodo, Moses. “Usaba gafas y cuando tenía doce años me puse una de esas especiales para jugar, de las que se veían poco en España, como las de Moses Malone. Me empezaron a llamar Moses y así se ha quedado para siempre”. Fue jugadora de baloncesto y muy pronto jugadora de baloncesto de Liga Femenina, en Oviedo, en Burgos, en Salamanca y, cosas el amor, su vida tomo rumbo hacia León donde se instaló hace muchos años y donde se ha identificado con esa frase tan pronunciada en esa tierra… “de toda la vida” porque ahí, entre colegios, pistas de baloncesto, despachos del club, largos viajes de autocar, encuentra sentido a una vida impregnada de baloncesto.
“Tuve la suerte de nacer en Vitoria y coincidir un tiempo con Iñaki Iriarte. Iba a sus entrenamientos y me encantaban sus métodos de trabajo, cómo enseñaba los fundamentos. Aprendí mucho de él y me motivaron esas experiencias adquiridas y recuerdo que yo entrenaba a mis alevines como si fuera Díaz Miguel entrenando la Selección”, explica divertida. Aprendió de compañeras, de entrenadores y entrenadoras y de esos vídeos que llegaban del baloncesto universitario. Jugar y entrenar fue un binomio que alternó siempre y en la temporada 98-99 hizo el Curso de Entrenador Superior, “un recuerdo maravilloso donde coincidí con muchos entrenadores y con Anna Junyer, ¡sólo éramos siete chicas!, con la que ahora mantengo contacto por las jugadoras de nuestro club que van a las selecciones. No sabes el orgullo que significa que estos veranos maravillosos de éxitos hasta cinco jugadoras de nuestras canteras hayan ido a selecciones españolas”. Y es que en todo el mensaje de “Moses” hay un fondo de romanticismo por vivir ese baloncesto “no mediático” y en el que la ilusión de los chicos y las chicas y con ellos sus padres lo llena absolutamente todo. “Más incluso que ganar cualquier título, el verdadero sentido de todo mi trabajo se basa en ver progresar a las jugadoras. Siempre les digo la camiseta de la selección no tiene valor por si misma. Lo que tiene valor es poner tu nombre en esa camiseta”.
Conoce todo el baloncesto porque lo vive todo, desde la relación con las instituciones, con los agentes, con los patrocinadores, con los padres de las jugadoras, con sus jugadoras seniors o con las niñas. Vive transversalmente nuestro deporte como pocas personas son capaces. Pero esa energía no sólo no mengua sino que la mantiene fuerte impulsando continuamente nuevos proyectos. Por eso en su análisis de la liga Femenina une lo que sucede en verano. “El boom del Método FEB se refleja en la Liga Femenina 2 porque ya sea por una u otra razón todas estas nuevas jugadoras que salen desde el trabajo de los clubes encuentran ahí una competición perfecta para poder vivir sus primeras experiencias como seniors”. Y lo dice con el conocimiento de causa de quien no duda en poner en el quinteto inicial a dos juniors y una cadete sin que eso le provoque nada más que satisfacción por verlas “crecer”. “Confieso que estar en la dirección del club me permite hacer alguna de mis locuras – más que locuras son apuestas – sin la presión de que nadie me vendrá a pedir explicaciones…”
“Más incluso que ganar cualquier título, el verdadero sentido de todo mi trabajo se basa en ver progresar a las jugadoras. Siempre les digo la camiseta de la selección no tiene valor por si misma. Lo que tiene valor es poner tu nombre en esa camiseta”.