PABLO ROMERO / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB

Nos situamos en el Polideportivo El Plantío una mañana cualquiera. El entrenamiento del Ford Burgos concluye y sus jugadores comienzan a abandonar las instalaciones a través de un túnel de vestuarios por el que no tarda en asomar la figura del pívot Sergio Olmos.

Su particular historia nos lleva a compartir unos minutos junto a él por las calles de una ciudad en la que difícilmente puede pasar desapercibido ya que su apellido estará asociado para siempre al crecimiento de un baloncesto local en el que cumple su tercera campaña. Una labor que se dificulta aún más si cabe debido a los 213 centímetros que hacen de él uno de los techos de la Adecco Oro.

Una cafetería cercana, punto habitual de encuentro para los aficionados del Autocid, se convierte en nuestro mejor aliado a la hora de generar ese clima de tranquilidad y confianza con el que tratar de evocar las historias y recuerdos de los cerca de 15 años transcurridos desde sus primeros botes de balón hasta un presente en el que sigue peleando por poder conquistar su sueño. Un deseo gestado en las calles de Elda, la localidad alicantina que le vio nacer y en la que su padre, Cristobal Olmos, le inculcó el amor por un deporte que es algo más que un modo de vida para él.

De este modo, nos abrimos paso en los recuerdos y pensamientos de un jugador empeñado en demostrar que el trabajo y el sacrificio son los mejores aliados para poder superar metas….

El chico al que no le gustaba el baloncesto:

La historia de Sergio Olmos no dista mucho en sus inicios de la de cualquier otro niño de su edad salvo por un pequeño detalle y es que, a los 13 años, el protagonista de esta historia no quería ni oír hablar del baloncesto…

A esa edad, el mayor de dos hermanos, suspiraba cada vez que le tocaba botar un balón con el que no se sentía especialmente identificado: “Tengo que reconocer que de pequeño no me atraía mucho el baloncesto. En el colegio comencé haciendo otros deportes como natación, balonmano, atletismo, salto de altura… pero con el paso del tiempo empecé a destacar por mi altura así que decidí hacer caso a mi padre dándole una oportunidad al deporte que él amaba”.

Y es que fue precisamente su padre el culpable directo de unos inicios en los que las calles de su Elda natal se convirtieron en cómplices de su despertar. Las pistas callejeras ejercieron como el lugar idóneo en el que dar una oportunidad al baloncesto: “Con 13 años comencé a jugar en Elda pero la verdad es que no terminaba de cogerle el punto… me lo pasaba bien jugando pero no terminaba de divertirme así que a mi padre le tocó la labor de convencerme para que no parara. Por las noches me llevaba a jugar a pistas callejeras donde entrenábamos juntos para que fuera soltándome. Recuerdo que yo iba con muy pocas ganas pero hay que reconocer que con el tiempo consiguió que terminara haciendo de su pasión mi modo de vida”.

Unos inicios reforzados apenas unos meses después cuando el Valencia Basket tocó a su puerta. La llamada de uno de los conjuntos con mayor peso del mapa del baloncesto nacional terminó por despertar el interés de un jugador que no tardó en hacer las maletas para poner rumbo a la capital del Turia: “Con 14 años fui a un campus del Valencia Basket superando ya los dos metros de altura así que ellos se fijaron en mí ofreciéndome la posibilidad de incorporarme a su cantera. Durante ese primer año tuve que irme a vivir a Valencia a casa de mis abuelos desde donde cogía el autobús y el metro para ir a entrenar a las pistas anexas a la Fonteta. Desde el club me cuidaron mucho y los dos años siguientes estuve becado compartiendo piso con algunos compañeros de equipo. Nunca olvidaré los recuerdos de aquellos años y las sensaciones de cruzarme en la pista y el gimnasio con jugadores de la talla de Oberto o Tomasevic”.

La cancha de la Fonteta ejerció entonces como descubridora de talento para un jugador que, con el pasos de los años, suspira aliviado por no haberse rendido cuando lo más fácil hubiera sido abandonar un deporte que no terminaba de atraerle: “Durante esos dos primeros años comencé a divertirme intuyendo que el baloncesto podía ser un medio de vida para mí.  En Valencia me hicieron sentir importante ayudándome a adquirir el amor por un deporte que hoy en día lo es todo para mí”.  

Un precursor al otro lado del charco:

Con el virus del baloncesto recorriendo sus venas de manera imparable, su talento y su altura no pasaron desapercibidas para las categorías de formación de la FEB.

Fue precisamente tras caer en el corte del Europeo de 2004 cuando surgiría para él aquella oportunidad que cambió su vida, la posibilidad de comenzar una nueva etapa en el baloncesto norteamericano: “Todo comenzó coincidiendo con mi paso por la preselección de la Selección Española Junior el año del Europeo de Zaragoza de 2004. Fui con el equipo a Mannheim donde ganamos la medalla de bronce quedándome posteriormente fuera del equipo en el corte previo al Europeo. La misma tarde en la que me quedé fuera recibí la llamada de un agente de jugadores que me ofrecía la posibilidad de poder viajar a Estados Unidos para poder incorporarme a una Universidad en la que formarme tanto a nivel académico como deportivo. Una de las que más me llamaba la atención era la Universidad de Temple donde Pepe Sánchez, al que conocía tras su paso por Lucentum, era toda una leyenda. Hablamos con los entrenadores y nos mostraron su interés por lo que decidí apostar por Philadelphia para comenzar esta nueva etapa”.  

Con las maletas repletas de ilusión, Olmos puso rumbo a los Estados Unidos para convertirse en uno de los pioneros nacionales en una etapa en la que era aún muy pocos los jugadores que cruzaban el charco para explotar su talento en la poderosa NCAA.

El mostrador de facturación del aeropuerto fue por tanto el punto de partida para cuatro intensos años en los que Sergio se vio obligado a madurar a marchas forzadas: “Los comienzos fueron toda una aventura ya que yo no podía estar becado aún en la Universidad hasta que no pasara tanto las pruebas de acceso a la universidad como un examen de nivel de inglés así que, durante el primer semestre, tuve que prepararme a conciencia. Vivía con más gente en la casa de uno los entrenadores donde no me entendía con nadie ya que yo no hablaba inglés y allí nadie hablaba español. En ese tiempo me dediqué a ir a clases de inglés, a estudiar para los exámenes y a entrenar por mi cuenta para poder estar en forma de cara a mi incorporación al equipo”.  

Su adaptación al territorio americano llegó en tiempo récord dando de este modo comienzo tanto a sus estudios como a una formación deportiva de lo más exigente: “En apenas un par de meses comencé a rodarme con el idioma y en el mes de enero superé los exámenes para poder ingresar tanto en la Universidad como en el equipo. Quería haber estudiado arquitectura pero las exigencias de la Liga, con dos partidos a la semana, entrenamientos y viajes hizo que me decantara por las matemáticas, una rama a la que había cogido un cariño especial en bachiller”.

Unas matemáticas que formaron parte de su vida durante esos cuatro años condicionando incluso un dorsal asociado a ellas y que le llevó a explotar como jugador -March Madness incluida- a lo largo de una experiencia que terminó por marcar su vida: “En la universidad comencé jugando con el número 14 pero después de dos años un tanto irregulares decidí invertir las cifras para jugar con el 41, el mismo dorsal que tengo ahora en el Ford Burgos. Desde entonces, las cosas comenzaron a ir mucho mejor permitiéndome despegar sobre la pista. Fueron unos años bonitos hasta el punto de que, cuando echo la mirada atrás valoro mucho tanto lo vivido en aquella época como todo lo que me aportó como persona ya que ahora no soy capaz de imaginarme qué hubiera sido de mi vida sin esa etapa en Estados Unidos”.

La plenitud personal y deportiva llegó en El Plantío:

Una vez concluido su periplo universitario Olmos se enrolaba en una Adecco Oro acostumbrada a exprimir al máximo el talento de aquellos jugadores con claro potencial ACB.

Tras un año de “debut” en el UB La Palma y un playout con el Palencia Baloncesto, la primera oportunidad en Liga Endesa no tardó en llegar de la mano de un Valencia Basket al que regresó como temporero pero, una vez espirado su contrato de dos meses, el center regresó a la Adecco Oro para seguir madurando en unos intensos playoffs con el Cáceres P.H.

Fue precisamente sobre la cancha del Multiusos donde su historia comenzó a cambiar. Su dominio de la pintura y su juego por encima del aro despertó el interés de su rival en el playoff, un Ford Burgos del que terminó por vestir su camiseta comenzando un idilio que dura ya tres temporadas: “Una de las cosas más valoradas por el jugador profesional es el poder estar en un club en el que te sientas a gusto y eso explica que lleve tres años en una entidad como el Ford Burgos en la que me siento muy valorado. Aquí tengo minutos, disfruto y tengo la posibilidad de ganar partidos en el que quizá sea el mejor club para jugar al baloncesto en una liga como la Adecco Oro”.

Pero su paso por la capital burgalesa no sólo le ha llevado a dar un nuevo paso al frente en el terreno deportivo sino también en el plano personal tras incorporar a su vida a la que hoy es su pareja, una Claudia Calvelo con la que comparte profesión y puesto sobre una cancha que les unión el pasado curso cuando la pívot gallega formó parte de la disciplina del Beroil Ciudad de Burgos.

Separados hora por varios miles de kilómetros, Olmos no pierde de vista las evoluciones de su pareja en una Liga Alemana a la que mira cada día de reojo: “Sin duda Claudia es una de las cosas más importantes que me ha dado el baloncesto… Nos conocimos la temporada pasada en un concierto cuando ambos jugábamos en Burgos encontrando una buena química entre nosotros. Esta temporada ella está jugando en la primera división alemana y la distancia nos impide vernos tanto como antes pero tenemos una relación especial en la que nos entendemos y en la que sabemos que podemos contar el uno con la confianza del otro ayudándonos incluso en la distancia”.

Una distancia que el center alicantino llena ampliando sus estudios en el campo de la estadística, un complemento indispensable en su formación de cara a un futuro en el que tiene claro dónde le gustaría verse: “Durante dos temporadas seguidas en Burgos nos hemos ganado el derecho deportivo de ser un equipo ACB pero lamentablemente no se ha podido materializar así que el objetivo ahora no es otro que el volver a intentarlo para tratar de que llegue esa oportunidad. Personalmente, y prácticamente desde que regresé de Estados Unidos, me marqué como objetivo el de poder llegar a ser, algún día, jugador ACB… Con los años vas viendo que das pasos al frente pero sientes una cierta frustración al ver que el tiempo pasa y que las oportunidades con las que has estado cerca no han podido concretarse pero no me doy por vencido y sigo trabajando cada día para demostrar en las filas de Ford Burgos que puedo ser un jugador ACB”.

Tan sólo el tiempo dirá si este discípulo de Arquímedes es capaz de demostrar una vez más que la línea recta es el camino más cortos entre dos puntos, la localidad de Burgos y una ACB en la que le estarán esperando sus fans más incondicionales, sus padres Cristobal e Isabel: “Ellos siempre han confiado en mí, desde el principio vieron que podía llegar a ilusionarme con el baloncesto y no dejaron de apoyarme en todo momento sacrificando mucho para que pudiera cumplir con ese sueño. No sólo han estado ahí sino que incluso llegaron a apoyarme económicamente para que pudiera irme primero a Valencia y luego a Estados Unidos sin dejar de prestar atención ni un solo día a una carrera de la que mi madre guarda cada recuerdo, desde los recortes de prensa a la red que corté en Burgos el día del ascenso pasando incluso por el trofeo de campeón de conferencia en EEUU. No sé si llegaré a ser un jugador ACB o no pero lo que sí que tengo claro es que si esto llega será el mejor reconocimiento para todo el apoyo que me han brindado durante estos años”.

Trayectoria deportiva - Sergio Olmos:

Categorías Inferiores: CB Atlético Valenciano
2002/03: NB Torrent (Junior)
2003/05: Pamesa Valencia (Junior)
2005/09: Temple University (NCAA)
2009/10: UB La Palma (Adecco Oro)
2010/11: Faymasa Palencia (Adecco Oro)
2011/12: Valencia Basket (Liga Endesa)
2011/12: Cáceres Patrimonio Humanidad (Adecco Oro) 
2012/15: Ford Burgos (Adecco Oro)