Seguramente muchos de los entrenadores, los más jóvenes en el Curso Superior, no eran conscientes de que el que les hablaba desde la tarima era el entrenador que más Campeonatos de España ha ganado en categorías femeninas de formación…
MIGUEL PANADÉS / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
Fue algo más de una hora de descripción de una vida dedicada al baloncesto, desde la fundación de un club, desde la captación de recursos, de jugadores y jugadoras, desde el objetivo de ganar, sí, sí, sin matices pero a la vez el orgullo de ver como muchas de sus jugadoras, algunas de ellas debutando en la élite siendo niñas, conseguían hacer realidad sus sueños deportivos.
“Mingo” Díaz habló de baloncesto y de jugadoras y apenas hizo mención a los títulos, algo que sabe fundamental para conseguir que alguien le escuche. Habló de haber decidido empezar la casa por el tejado viendo que desde el anonimato era imposible obtener ayudas que le permitieran impulsar, a él y a su esposa Begoña, y con ellos a un grupo de inquietos entrenadores, un club dedicado a formar jugadoras para alimentar el equipo profesional.
Ritmo pausado, acento meloso, ironía de veterano e historia, mucha historia de la que impregnarse porque de lo que ese entrenador, gestor, habló fue de esencia. “Los entrenadores siempre hemos sido y seguiremos siendo los motores del baloncesto”, proclama Domingo Díaz y esa afirmación lleva implícita tanto una declaración de intenciones propia como una invitación al alumnado a emprender proyectos, a pelearlos, a “barrer las pistas” si es necesario o a hacerlas barrer a sus jugadoras en alusión al esfuerzo de técnicos y jugadoras por progresar. “En formación no hay fechas de pretemporadas ni postemporadas. Hay pabellón con puertas abiertas para toda niña que quiera entrenar”. Lo dicho, una lección de esencia.