MIGUEL PANADÉS/ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB

Su discurso es sencillo y directo pero sus argumentos contundentes. Su método es el de estructurar la intervención invitando a ordenar y dirigir ese pensamiento hacia las sensaciones positivas que nos deberán impulsar hacia un mejor rendimiento. La virtud de Patricia Ramírez es dibujar con palabras fáciles de entender la complejidad de un cerebro que muchas veces nos desvía del objetivo. Todos entienden, entendemos, sin esfuerzo alguno su discurso. Todos nos identificamos con los ejemplos que nos plantea y todos acabamos por coincidir en que su propósito es el que necesitamos para mejorar.

La psicóloga quiere convencer de la importancia de aliarse con las palabras y organizar el pensamiento utilizando, entre otras herramientas, la escritura. Invita a mandar sobre en esos diálogos internos con los que convivimos las personas. Quiere vencer las inseguridades, los miedos que nos acompañan en el viaje por la vida desde una declaración de intenciones positivas con nosotros mismos. “¡Sí se puede, por supuesto que se puede!”, afirma.

Y los entrenadores debemos tomar buena nota de todas esas actitudes porque el optimismo se contagia, porque si queremos convencer a nuestros jugadores de que pueden hacerlo, los primeros creyentes en el reto debemos ser los emisores del mensaje. Porque no es lo mismo un refuerzo basado en el recuerdo del error que en la invitación al acierto. “Nadie programa al GPS indicándole lugares por donde no queremos transitar sino para que le perdimos nos lleve por la dirección correcta”.