NCAA
Un gigante desconocido
3/30/2013 - 5:05 PM
El deporte en Estados Unidos forma una parte intrínseca de la cultura nacional en sus múltiples vertientes (seguimiento, aficionado y práctica). Con cuatro deportes con ligas profesionales de ámbito global (fútbol americano, baloncesto, béisbol y hockey hielo) daría que pensar que queda poco espacio para cualquier otra disciplina o liga menor.
SERGIO MALAGÓN
Sin embargo, en esta pelea por el interés y las audiencias se cuela el baloncesto una vez más. Las fases finales de la NCAA son, tras la SuperBowl (final de fútbol americano), el segundo evento deportivo más importante del año. Todo lo que rodea a esta competición alcanza magnitudes que pocos aficionados podrían concebir.
El baloncesto universitario goza de una salud excelente en lo económico y lo deportivo. Los acuerdos de sponsor con grandes empresas y de transmisión con televisiones nacionales generan ingresos anuales con cifras por encima de las nueve cifras. Entrenadores, árbitros y estructuras de carácter profesional en donde los únicos que no reciben contraprestación económica son los jugadores. Una liga regular que se comprime en poco tiempo (cuatro meses) dando paso a la March Madness, tres semanas de verdadera locura nacional.
La magnificencia e importancia de las finales se plasma en pequeños grandes detalles:
1. El cuadro de las finales (bracket) genera todo tipo de especulaciones y pronósticos. Históricamente hasta el presidente de los Estados Unidos crea su propio cuadro con sus predicciones y posibles finalistas y ganador. El no es más que uno de los millones de aficionados que, como jugadores de lotería, intentan adivinar los vencedores de las eliminatorias hasta el peldaño final. Bien sea como hobby, tema de conversación o para cruzar apuestas, este primer paso es el pistoletazo inicial para las finales.
2. “¿Quién quiere pabellones NBA habiendo los de NCAA?” Esta pregunta lanzada hace mucho tiempo resume el órdago que el baloncesto universitario lanza al profesional. Estadios con capacidad para hasta 35.000 espectadores con el aforo vendido todo el año. Universidades de tamaño algunas veces pequeño presentan terrenos de juego con gradas para albergar casi hasta la población total del campus universitario.
3. Las fases finales, dado su atractivo y solicitud por parte de la población, se juegan en pabellones NBA e incluso estadios de fútbol americano. Hasta 50.000 personas animando a estudiantes universitarios entre los que se encuentran desde alumnos hasta ex alumnos y viejas glorias del baloncesto de los colores correspondientes.
4. Todo por los colores. Las entradas para la fase final se ponen a la venta en octubre y para finales de noviembre casi todo el papel está vendido. Cada entrada da derecho a ver sólo un partido con precios que van desde los 100 euros la más barata hasta los 10.000 por una para la final en reventa. Los aficionados piden días libres para reunirse con amigos y familia y ver los partidos o se desplazan al otro extremo del país para tan sólo un partido en muchos casos. Nada de eso frena su cariño y lealtad a los colores.
5. Fiesta. No hay espacio para el rencor, un mal gesto o violencia. Aunque las medidas de seguridad son extremas, el ambiente festivo dentro y fuera de los pabellones es permanente entre las aficiones de equipos rivales, compartiendo asientos contiguos o ratos en los descansos y refrigerios tras los mismos. En muchas ocasiones se presenta esta ocasión como una opción para hermanamiento de amigos del baloncesto de diferentes partes de un país inmenso con cientos de universidades compitiendo en tres divisiones distintas, si bien cada división tiene su propia fase final, siendo la 1ª División la que aglutina el interés. Pero el hermanamiento se plasma hasta el último momento: la Final Four se completará con las finales de la 2ª y 3ª División en el mismo lugar en días alternos para poder disfrutar si cabe más del deporte de la canasta.
6. Escaparate. Los estertores de la temporada sirven como carta de presentación de los jugadores para futuros equipos profesionales. Es en esta época cuando empieza a tomar forma el “draft”. Ojeadores de la NBA y el resto del mundo miran con lupa entre los cientos de jugadores para encontrar aquella perla que pueda darles un empujón importante en la siguiente temporada y en los años venideros.
En definitiva, un acontecimiento con tintes de magnificencia y solidez jugado por jóvenes con atractivo nacional y pasión desmesurada.