LOS LUNES DEL PRESIDENTE: El secreto de la identificación
10/24/2011 - 10:52 AM
El Presidente de la FEB, José Luis Sáez, inicia una serie de reflexiones que invitan al debate sobre la actualidad del Baloncesto Español con 2014 como telón de fondo. Puedes participar opinando vía Twitter en @JLSaezFeb o #identificacion
Cuando nos encontramos inmersos en debates sobre el día más adecuado para disputar una jornada, la fórmula para aumentar audiencias televisivas o el sistema de competición ideal para concitar la atención del aficionado, con demasiada frecuencia nos olvidamos de un factor fundamental para fidelizar aficiones: la identificación.
Un concepto tan fácil de entender como difícil de cultivar en los últimos tiempos, consistente en que un niño se vea reflejado en la cancha, los colores, el nombre o los jugadores a los que acude a ver el domingo por la mañana acompañando a su padre. Ni tan siquiera importa ya que las estrellas de su equipo hayan nacido lejos de casa, sino simplemente que permanezcan identificandose y creando un vínculo, una pasión.
Si conseguimos esto en el baloncesto habremos dado el primer paso para que esos aficionados apoyen a su equipo, aun en los peores momentos, incluso si desciende de categoría, como sucedió recientemente con fenómenos sociales en otro deporte como el Atletico de Madrid o el Real Betis. Que sufran con él, justificando que esto ocurre gracias a una fidelidad que viene desde el día del nacimiento, cuando el niño recibe un nombre, una religión y un equipo del cual va a ser simpatizante por el resto de su vida.
A lo largo de esa infancia crece un proceso de inculcación de valores y hábitos a través de los que se aprende a identificar, por el nombre y los colores, un club. Y es que la tradición puede llegar a ser la mejor estrategia de potenciación de una marca, como se demostró el pasado domingo con la final del Mundial de Rugby conquistada por los ‘All Blacks’, cuando la manera de afrontar el campeonato y la interpretación de las tradiciones neozelandesas antes de cada partido nos ponía la piel de gallina.
Con las Selecciones Nacionales se consigue funcionar a través de un sistema de códigos y lealtades, cuyo mecanismo puede ser comparado al del amor por un país. Jugar en la selección es casi una cuestión de patriotismo. Negarse suena incluso a deserción, lo que modelos de gestión humana como Vicente Del Bosque ratifican declarando que “todos mis jugadores han demostrado una identificación total con la Selección antes y después de conquistar la Eurocopa y el Mundial”.
¿Por qué a menudo pertenecer a un club no significa serle leal en términos similares a los de una Selección? Vibrar cuando gana, sufrir resignadamente cuando pierde. El aficionado que cambia de equipo está muy mal visto. Es un "vira casaca" como dicen los portugueses. Así que debemos potenciar que el ‘hincha’ continúe fiel identificándose con sus jugadores, con sus colores, con sus clubes incluso cuando pasan años sin cumplir objetivos o conquistar títulos.
Esta identificación que da el deporte no es comparable a ninguna estrategia de fidelización extraída de una campaña de marketing realizada por encargo. Además de lo expuesto anteriormente el arraigo con una localización geográfica, o la canalización de sentimientos -incluso políticos- ya no nos sorprenden cuando están ligados al deporte. ¿Por qué no canalizar esa fuente de energía para mantener las cotas alcanzadas cada verano con las Selecciones? No sólo hablo de baloncesto. ¿Se podría cambiar la realidad de los países menos avanzados gracias al deporte?
En la ceremonia de entrega de los Premios Nacionales de 2010 Su Majestad El Rey Juan Carlos subrayaba que “el deporte nos enriquece como seres humanos y nos une como sociedad al reforzar y ensalzar los mejores valores individuales y colectivos, y al fortalecer nuestro espíritu de lucha en todos los órdenes de la vida. España es hoy una potencia deportiva de primer orden que ha multiplicado su imagen a nivel internacional gracias al deporte".
Tomemos nota, porque estamos hablando de uno de los más potentes mecanismos para generar ilusión y como le dicen a Ricardo Darín en el Secreto de tus ojos, la maravillosa película de Juan José Campanella, “el tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de coche... Pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín: no puede cambiar de PASIOÑ”
@JLSaezFeb
#identificacion