Levantó su primer título como campeón de la Copa Princesa con el Leche Río Breogán en el año 2008 y, desde entonces, ningún otro equipo o jugador de aquel róster había sido capaz de poder ganar el título a domicilio. Una inercia que Mikel Úriz fue capaz de dinamitar en la noche del pasado martes en Valladolid para llevar a su equipo a la gloria ante 5.000 espectadores.
PABLO ROMERO / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
Doce temporadas habían transcurrido en la Liga LEB Oro desde que el Leche Río Breogán lograra en Zaragoza el que ejercía hasta la fecha como el último título de campeón de la Copa Princesa de Asturias logrado a domicilio.
Todo un éxito por aquel entonces para el equipo entrenado por Paco García y que se disputó en por última vez en formato Final Four sobre una cancha en la que los lucenses fueron capaces de derrotar en semifinales al anfitrión CAI Zaragoza (95-96) antes de optar al título en la gran final ante el Alicante Costa Blanca (94-91).
Desde entonces, mucho ha llovido en una competición que modificaba un año después su sistema de juego pasando a disputarse a partido único entre los dos primeros clasificados al término de la primera vuelta y siempre en pista de aquel conjunto capaz de proclamarse campeón de invierno tras la primera vuelta de juego.
Un sistema de competición que pareció atragantarse desde entonces para los equipos que iban a luchar por el título a cientos de Kilómetros de casa precediendo a 12 años de triunfos locales que comenzaron a partir de aquella victoria lucense en territorio maño.
Pero… ¿qué tiene en común el título lucense con el logrado en la noche del pasado martes por el Delteco Gipuzkoa Basket en Valladolid?Un elemento tan sencillo como la presencia de uno de sus hombres, un Mikel Úriz que por aquel entonces ejercía como tercer base del Leche Río Breogán y que, en esta ocasión, dirige los designios de los donostiarras en su año de retorno a la Liga LEB Oro.
Un jugador que conquistaba así su segundo título copero y que lograba romper sobre la cancha del Polideportivo Pisuerga una racha que había sido todo un quebradero de cabeza para sus protagonistas.
Eso sí, mucho ha cambiado desde entonces un jugador que en aquel título del 2008 ejercía como escudero de dos clásicos como Nacho Ordín y Dani López en un año de aprendizaje y que recuerda aún con cariño: “Estoy muy contento de haber podido ganar mi segunda Copa este año. Pese a que han pasado muchas temporadas, sigo guardando un gran recuerdo de la primera con el Breogan. Recuerdo el triple sobre la bocina de Zach Morley que nos dio la victoria y la ilusión con la que lo vivió todo el club. Yo era aún muy joven y apenas tenía minutos pero aquel equipo me enseñó que para poder llegar a la élite hay mucho trabajo detrás, muchas horas en la sombra”.
Algo más de una década después, su segundo éxito ha llegado con un papel protagonista y en un año en el que está disfrutando al máximo dentro de su madurez deportiva: “En mi carrera no he tenido la suerte de estar en muchos equipos aspirantes a títulos, así que estoy muy contento de haber aprovechado esta oportunidad con Delteco Gipuzkoa para ganar mi segunda Copa. A pesar de que fue un partido realmente difícil creo que fue una victoria de equipo, demostrando carácter y lucha. He disfrutado tanto de ella como de la anterior y me siento especialmente orgulloso”.
Todo un aliciente a la hora de poder luchar ahora por un nuevo reto que le ilusiona del mismo modo, el ascenso de categoría: “Ahora la copa ya la debemos de dejar atrás, la hemos disfrutado, la hemos celebrado, pero ya es historia. Hay que centrarse ya en el siguiente partido de liga porque el domingo jugamos contra el Marin Peixegalego y nuestro objetivo es seguir fuertes en casa para llegar con opciones de estar arriba al final de temporada”.
Una declaración de intenciones para un jugador dispuesto a poner su inercia sobre el parqué para poder seguir soñando con su equipo…