La máxima dificultad llegó precisamente ante Lituania, último del grupo, en clara muestra del nivel competitivo de un campeonato igualado. España vivió gran parte del partido por detrás en el marcador, un escenario hasta ese momento desconocido para unas jugadoras que, en esa ocasión y a diferencia de los anteriores, no eran capaces de imponer esa intensidad que les había permitido dominar claramente en juego y marcador. El 13-9 inicial favorable a Lituania al final del primer cuarto encendió las luces de alarma, menor, porque independientemente de la intrascendencia del resultado nadie quiere perder nunca. Aunque la reacción tras la pausa provocó que España cambiase momentáneamente el ritmo del partido, las lituanas volvieron a encontrar caminos hacia el aro y acierto en tiros de tres en su apuesta atacar desde el perímetro. En los últimos cinco minutos antes del descanso, el  desacierto de las nuestras unido una racha de inspiración del rival provocó un parcial desfavorable que llevo un sorprendente 39-29 al descanso. Inconscientemente en una selección basada en la intensidad máxima, el hecho de tener asegurado el primer puesto influía negativamente.

Serkeviciute con 8 puntos se había convertido en el máximo peligro de una selección lituana que confirmaba el peligro previsto en la previa y ponía contra las cuerdas a una España que encontraba en Alonso a su jugadora más eficaz. Charla de Miguel Ángel Ortega en el descanso, conciencia de que era importante mantener un tono adecuado que mantuviese ese estado de forma y de confianza que le permitía competir a máximo nivel y saldar los partidos con solvencia. Pero Lituania, sin presión, exponía una calidad oculta hasta la fecha y mostraba y el partido entraba en los últimos cinco minutos con un incierto 61-60.  En esta fase final Lituania se mostró más acertada consiguiendo una victoria que demuestra la dificultad de un campeonato de alto nivel.