MIGUEL PANADÉS / ÁREA DE COMUNICACIÓN

Una primera parte antológica de Pau Gasol, con 24 de los 45 puntos anotados por España, convirtió el partido de preparación de nuestra selección en una brillante exhibición de juego de colectivo. Precisamente esa fusión de buen juego conjunto y espacio para el desarrollo del talento especial de sus jugadores referentes se va convirtiendo poco a poco en el argumento de un guión en el que cada vez se sientes más a gusto los protagonistas, unos actores de lujo en un reparto con papeles claramente definidos.

“Una selección compacta” definía el presidente de la Federación Española José Luis Sáez al descanso y es esa virtud de consistencia defensiva, orden combinado con creatividad ofensiva, esfuerzo sí pero empatía táctica también llevando el balón allá donde más cómodo se siente cada jugador y encontrando siempre ese pase de más en clara muestra de generosidad. Sí, las sensaciones a medida que pasan los días y se acerca la hora de la verdad son cada vez mejores porque mejores son los estados de forma individuales y mayor la asimilación de juego colectivo. 

Frente a Macedonia una primera parte donde el líder del equipo, Pau Gasol, convertía en fácil lo difícil firmando unos minutos descomunales desde una aparente sencillez. Los veinte puntos al descanso, volvieron a convertir la segunda parte, tal como sucediera tres días antes en Madrid, en un reto tanto por superar al rival como por evitar una comprensible relajación teniendo en cuenta todo lo que viene por delante. Pero lejos de abajar le nivel de intensidad todos los jugadores que fueron saltando al parquet lo hicieron con hambre de minutos, con deseos de agradar, con un esfuerzo que agradeció la afición riojana. Además, los sustos de Pau Ribas y Víctor Claver, con sendos golpes que, al parecer, quedaron sólo en eso pero recomendaron no forzar en exceso la máquina ante una siempre combativa Macedonia que intentó, sin éxito, evitar un nuevo resultado abultado.