XAVI OLTRA/ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB

Su contacto directo y experiencia con técnicos de prestigio como Tito Díaz, Rubén Domínguez, Moncho Fernández, Quino Salvo o el propio Aíto y su aventura en Bolonia con la élite europea han sido también unos excelentes cimientos para un entrenador, acostumbrado a moverse en la primera línea del baloncesto gallego. Ayudante en Plata, Bronce y ACB, con Curro Segura, Yago Casal ha podio beber de diversas fuentes para al final caminar sólo y crearse su propio perfil. Una idea de baloncesto de exigencia y defensa, que le ha llevado, de momento, a un rotundo ascenso de la EBA a la Plata con su actual club, Conservas de Cambados, al cual ha mantenido en su primer año en su la categoría.   
 
DISCURSO ORDENADO, IDEAS CLARAS
“Lo primero y más importante es contar con un buen grupo de personas. Lo segundo es que el club tenga estabilidad y sepa lo que quiere. A partir de ahí y para que un equipo rinda me gusta no especular, que todo el mundo dé el máximo, sea un minuto, cinco, diez… y no sólo físico sino también mental. Quiero un alto nivel de exigencia. La táctica es importante, pero no se puede hacer siempre lo mismo. Eso lo marcan los jugadores. Si el equipo evoluciona bien es más fácil. La defensa es innegociable. Y el ataque lo marcan más los jugadores y su capacidad de aprender y asimilar”

UNA CATEGORÍA PARA CRECER
“La Adecco Plata es extraordinaria en cuanto a la formación del jugador. La EBA se ha quedado para ese jugador incipiente, en su edad ‘post’ júnior. La Plata es fantástica para ese jugador de entre 20 y 25 años, para que se forme y perciba si tiene proyección o no”

LA FEDERACIÓN MARCA EL CAMINO
“El nivel de los entrenadores españoles es el más alto del mundo. Sin ningún tipo de dudas. Eso es indiscutible e innegociable. Eso hace que el nivel de los jugadores, ya incluso en sitios pequeños, sea alto. Si la base de la pirámide ya es buena imagina la cúspide… Todo esto lleva a que al final las selecciones españolas tengan muy buen nivel. Y si juntas que los entrenadores de las selecciones son técnicos con repercusión en las ligas nacionales… La Federación Española tiene muy claro lo que tiene y trata muy bien a los jugadores. De cara a la Absoluta, eso marca la diferencia. Siempre vienen los mejores y es un gran mérito de la FEB.”

Imagino que su padre fue uno de los primeros que le puso una pelota de baloncesto en las manos…
Lógicamente desde pequeño ya tuve la influencia de mi padre, que entrenaba en el Obradoiro. Eso lo vives con mucha intensidad desde muy pequeño. Había mucho contacto con jugadores, que venían a casa, entrenadores… estaba muy próximo a Aíto García Reneses… Lo vives con curiosidad. Ves el nivel alto de baloncesto como algo cotidiano, normal. Por otro lado, tuvo la suerte de ir a un colegio con mucha tradición de baloncesto, como el Peleteiro. Allí se juntó un grupo de entrenadores, que luego acabarían siendo muy buenos y con repercusión como Cristino Menor, Rubén Domínguez y Moncho Fernández. Me ayudaron mucho y me hicieron aprender, ya como jugador. Cristino estuvo cinco años como director deportivo del Oporto y también en el Estudiantes de Lugo, y como vice-presidente deportivo en el Breogán. Rubén estuvo en el Breogán, Ourense, Cortegada… y Moncho Fernández lleva el Obradoiro. También me entrenó Jaime Timiraos, una figura muy importante en el baloncesto gallego.

Con tan buenos maestros su aprendizaje debió ser rápido y efectivo…
Fue una muy buena base. Con más perspectivas ves los aciertos y errores en los inicios en la formación, y lo relativizas. Jugué en el colegio, en la época dorada del Peleteiro, cuando el primer equipo jugó en la primera EBA. Cuando llegué a la categoría júnior ya decidí que quería entrenar y lo dejé. En mi primer año de entrenador, con 18 años, ayudaba a Cristino y Moncho Fernández. Él llevaba el mini bueno y yo llevaba el segundo. Trabajábamos muy juntos preparando entrenos, partidos… En mi primer año también fui ayudante del equipo filial del club. Seguí un proceso normal, ya que primero entrené dos años minis y luego dos años cadetes, donde entrené al actual pívot del Palma, Antonio Pantín.  

¿El poder empezar de la mano de Moncho Fernández fue la mejor receta posible?
No sólo era un tema de estar con Moncho… El aliciente de estar en un colegio como el Peleteiro, en Santiago de Compostela, con un muy buen grupo de entrenadores… Se vivía el baloncesto con mucha intensidad. Fueron los años dorados del Rosalía de Castro en Oro. Las conversaciones con todos estos entrenadores eran constantes y un caldo de cultivo perfecto para aprender.

¿Cómo fue su primera experiencia profesional?
En 2003 entré como segundo de Tito Díaz en el Rosalía de Castro en Adecco Plata. En tu ciudad y con una persona como Tito… fue extraordinario. Su conocimiento por haber sido jugador era tremendo. No conozco un equipo suyo que no haya sido competitivo. Fue mi primer contacto con jugadores profesionales, con mucha experiencia. Fue fantástico y gratificante. Nos quedamos a las puertas de la final de la Plata por un triple de ocho metros por tabla de Brian Green, del Valls. Estaba ese año con Lolo Castro, Koke Rama, Jonatan Barceló, Javi Román, Manu Pereira, Montgomery… Lo que me quedó de esa temporada es saber que esto es muy difícil. Me acuerdo que viví temas de impagos… las cosas son difíciles. Me ayudó a situarme. El tema deportivo fue extraordinario. Pero lo otro… te hace pensar. Fue todo un Master, que además pude compatibilizar con mis estudios y en mi ciudad.

¿Cómo se forja esa relación entre Aíto y su padre, que luego le marcaría tanto?
Mi padre conoció a Aíto en el año 73, cuando él vino de segundo de Ignacio Pinedo a disputar un Eurobasket júnior a Santiago. Les hizo de ‘cicerone’ y les ayudó. Tomó contacto. Mi padre era atleta de velocidad y luego hizo la preparación física de equipos de baloncesto, fútbol… Conservaron la relación coincidiendo en campeonatos, etc. Siempre venía a vernos cuando jugaba por aquí. Aíto le enseñó baloncesto y él le hablaba de preparación física. Aíto se fue un año que no entrenó a Estados Unidos para ver cómo trabajaban varias Universidades. Y también a ver los Bulls de Jordan. Volvió alucinado y con mi padre hablaron de todo ello cuando vino una semana aquí para entrenarnos. Aquí vio también cómo había evolucionado un jugador que se había ido tres años antes a Barcelona a las categorías inferiores, Alberto Cachafeiro. Mi padre le dijo medio en broma que es que aquí también trabajábamos… Al año siguiente Aíto le ofreció ir a Barcelona a trabajar con dos chicos ‘fenómenos’, que necesitaban progresar físicamente. Juan Carlos Navarro y Pau Gasol. Se fue por un año, pero se quedó tres.

¿Con qué se queda de ambos?
De mi padre, lo que más me ha influenciado han sido las cuestiones de educación deportiva. Lo que es adecuado hacer y lo que no. Y ha sido una de las cosas más valiosas que he recibido, con más repercusión y que más importancia doy por ejemplo en Cambados. Con Aíto fue un poco más ‘shock’. Con 18 años tenía a Aíto entrenándome y le podía comentar cosas, preguntar… Me parecía todo muy básico. Pero él me enseñó que lo básico es importante, que a la gente más grande y más alta también le cuesta, y que es muy importante también que lo aprendan. Esa filosofía y visión de ir poco a poco, enseñar los pequeños fundamentos, me marcó mucho. Más que la táctica. Al principio todos queremos adelantar pasos. Cuando somos jóvenes queremos hacerlo todo ya.  
 
Cuénteme su viaje al extranjero para seguir creciendo…
En 2005 me fui a Bolonia. Primero porque los italianos la llaman la ‘Basket City’ y luego porque la Fortitudo estaba en un momento extraordinario. Jugaban Lorbek, Belinelli… También estaban Nacho Rodilla, Marko Milic… Primero hice una gestión fallida para poder estar allí, pero luego Scariolo me puso en contacto con Andrija Gavrilobic, su ayudante en Málaga y Khimki. Me pude quedar para hacer todo el seguimiento del equipo. Tenía barra libre para ver entrenos y partidos. Fue un año fantástico. Con una beca Erasmus pude acabar la carrera y a la vez ver entrenamientos y partidos del más alto nivel en Treviso, Milán, etc.

¿Con qué otros entrenadores sigue formando su aprendizaje en los banquillos?
Estuve de ayudante en Plata en el Gestibérica de Miguel Ángel Ortega, Ángel Navarro y Quino Salvo, el mismo año. Tuvimos más de 20 jugadores. El ‘tractor’ Traylor, Dani Rodríguez, David Navarro, Montás… un equipazo. Ortega es un maestro de los fundamentos y de conocimiento de los detalles. Ángel, me dio la sensación que fue una solución de emergencia. No confiaron mucho en él. Y Quino era impresionante como motivaba al equipo. Tiene un don para eso. La situación inestable nos hizo daño. Las cosas no funcionaron, quizás porque el club era nuevo. Al año siguiente subimos con Tito Díaz.

¿Qué cree que es lo más importante en un equipo de baloncesto en cuanto al juego?
Lo primero y más importante es contar con un buen grupo de personas. Lo segundo es que el club tenga estabilidad y sepa lo que quiere. A partir de ahí y para que un equipo rinda me gusta no especular, que todo el mundo dé el máximo, sea un minuto, cinco, diez… y no sólo físico sino también mental. Quiero un alto nivel de exigencia. Hasta ahora lo que hemos conseguido ha sido gracias a un alto nivel defensivo, básico para competir y lo más importante en un equipo. La táctica es importante, pero no se puede hacer siempre lo mismo. Eso lo marcan los jugadores. Si el equipo evoluciona bien es más fácil. La defensa es innegociable. Y el ataque lo marcan más los jugadores y su capacidad de aprender y asimilar. Recuerdo ver a Aíto entrenar con la selección antes de ir a Pekín. Veía detalles tácticos, que me sorprendió. Pero claro, él decía que es que esos chicos ya eran muy buenos… así es más fácil.

¿Qué valoración hace de las ligas EBA y Plata, donde ha dirigido equipos como primer entrenador?
Creo que tanto la EBA como la Plata, quizás han perdido algo el sentido que tenían los últimos años. La EBA empezó siendo la actual Plata. Tenía un ‘nivelazo’ y daba gusto, con americanos que alucinabas. Tenía un alto nivel competitivo, extraordinario. Ha evolucionado y se ha adecuado a la situación actual de los clubs. La Plata es extraordinaria en cuanto a la formación del jugador. Pero es complicado en cuanto al tema de desplazamientos por ejemplo. Y quizás también faltan más partidos para progresar más. La EBA se ha quedado para ese jugador incipiente, en su edad ‘post’ júnior. Y la Plata es fantástica para ese jugador de entre 20 y 25 años, para que se forme y perciba si tiene proyección o no.

¿Dónde radica a su juicio el éxito y el dominio de las selecciones españolas?
Una mezcla de todo. En primer lugar creo que nos hacemos a veces un poco el ‘harakiri’ y nos quejamos… pero el nivel de los entrenadores españoles es el más alto del mundo. Sin ningún tipo de dudas. Eso es indiscutible e innegociable. Eso hace que el nivel de los jugadores, ya incluso en sitios pequeños, sea alto. Si la base de la pirámide ya es buena imagina la cúspide… Las Federaciones autonómicas trabajan muy bien en el seguimiento de los jugadores, a veces con pocos medios. Tratan que siempre vayan los mejores. Todo esto lleva a que al final las selecciones españolas tengan muy buen nivel. Y si juntas que los entrenadores de las selecciones son técnicos con repercusión en las ligas nacionales… La Federación Española tiene muy claro lo que tiene y trata muy bien a los jugadores. De cara a la Absoluta, eso marca la diferencia. Siempre vienen los mejores y es un gran mérito de la FEB. Todos esos entrenadores anónimos muchas veces ayudan a que todos los jugadores tengan su oportunidad. Por otra parte, también echo de menos que a veces la Federación también vuelque toda su energía en otros aspectos, aunque a veces el tiempo y recursos sean limitados. Se podría mejorar también en el funcionamiento de las ligas. Y ahí los clubs tienen que tener más presencia decisoria e involucrarse. Todos debemos poner nuestro grano de arena para que el baloncesto mejore. Aunque está a un nivel muy alto, siempre hay margen de mejora.

¿Qué camino le queda por recorrer a Cambados esta temporada?
Me sorprendió desde el primer día el seguimiento de nuestra afición. Nos queda un partido en casa y hay que vivirlo como si fuera el último de nuestra historia. Hay que jugar al límite de nuestro esfuerzo y ver si nos da para los ‘playoffs’, aunque es dificilísimo. Si nos lo hubiéramos planteado en verano, nos habría parecido de locos. Creo que hemos mantenido la progresión de años anteriores, y no sólo desde que estoy yo. Este año, aún perdiendo más partidos, creo que ha habido progresión. Nos hemos salvado a falta de varias jornadas y es para sentirse orgulloso. Y debe servir como motivación.

Currículum de Yago Casal:
Temporada  99/03  Peleteiro (minis y cadetes)
3/04  Rosalía de Castro (Plata), ayudante
04/05  Peleteiro (coordinador de cantera y cadete)  
06/08  Gestibérica Vigo (Plata y Bronce), ayudante
08/09  Marín Peixegalego (EBA)
09/10  Obradoiro (ACB), ayudante
10/11  Federación Gallega de Baloncesto, Director Deportivo
11/14  Club Xuventude Baloncesto (EBA y Adecco Plata)