Adolfo González, “Fito”, actual entrenador del Estudiantes, forma parte de esta nueva generación de técnicos que irrumpen en el baloncesto español aportando tanto entusiasmo como ganas de crecer.
MIGUEL PANADÉS/ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
Nacido en Madrid y tan sólo 31 años de edad de los que la mayoría los ha pasado viendo, hablando, practicando o enseñando baloncesto. Formado en una buena escuela de “gente de baloncesto” como es colegio Buen Consejo inició prematuramente ese incierto y apasionante viaje de los entrenadores enseñando a niños y niñas los primeros pasos de nuestro deporte para muy pronto ser captado por la Federación Madrileña para dirigir a las mejores infantiles de la Comunidad. Y de ahí, hace ya diez años, a ingresar en uno de esos templos sagrados del baloncesto español, junto al Joventut de Badalona seguramente el Club de Baloncesto por excelencia en España, Estudiantes. Y cuando Fito intenta definir a su club, ese donde se formó como entrenador enseñando a jugadores y jugadoras pero sobretodo ayudando a formar personas su voz delata emoción y orgullo. “Estudiantes no sólo es un club, es mucho más. Claro que es importante competir pero tanto o más que eso es, en ocasiones, formar jugadores y jugadoras y sobretodo ayudar al desarrollo de la persona. La esencia de Estudiantes es el Ramiro de Maeztu, ahí nace una historia de sesenta años de baloncesto y todos los que nos hemos incorporado al club nos impregnamos de ella”.
Habla Fito como lo hacen los verdaderos entrenadores, con sentimiento y con respeto por los referentes, y a la vez con la ambición e ilusión de quien quiere dar pasos adelante en este complicado mundo del banquillo. Cuando busca en su pasado nombres propios que le influyeran enumera una lista tan larga que el que esto escribe se hace responsable de los no mencionados. “No me gustaría dejarme a nadie pero recuerdo a José Silva, Javier Leria, Charly Sainz de Aja, Ángel Goñi, De Pablos, Pepu… y como no, de la escuela de Badalona admiro desde la distancia a Alfred Julbe, Aíto, Sito Alonso…” y es que como suele ser habitual entre los buenos entrenadores el aprendizaje llega desde todos los rincones, a veces reconocibles para el gran público, a veces algo más anónimos o, en muchos, desde ese entrenamiento de cualquier equipo del club y en el que se descubre un ejercicio, una indicación, un detalle al cual añadir a la mochila del conocimiento. “Invito a cualquier entrenador a pasarse una tarde por el club para ver el trabajo de los entrenadores de cantera”.
Ha debutado esta temporada como primer entrenador en la Liga Femenina 2, competición que valora especialmente como “un espacio ideal para las jugadoras jóvenes y para los entrenadores. La definiría como una competición de Talento y Desarrollo para toda la gente que participamos en ella”. Entrenador de club se encuentra de pronto al frente de un equipo compuesto por jugadoras que en su mayoría ha visto crecer y por mucho que a veces esa condición de “excesiva confianza” pueda considerarse perjudicial Fito encuentra ventajas. “Conozco el club, conozco las jugadoras y aunque es posible que a veces se te encasille contemplo esta situación como privilegiada. Eso sí, soy entrenador, me gusta este mundo y aunque no hago planes a largo plazo sí tengo claro que quiero formar parte de él en el futuro”.
Hizo el Curso Superior en San Sebastián en 2010 y cuando recuerda esa experiencia no puede dejar de nombrar a sus dos tutores, “Jota Cuspinera y Richi Serrés, a quienes agradezco de corazón la manera en que transmitieron tantos conocimientos y la inyección de ilusión que nos proporcionaron a todos los alumnos. Recuerdo el Curso como una experiencia fundamental, extraordinaria” y cuando se refiere a su opinión sobre el desarrollo de la jugadora española y su clara evolución en los últimos años no duda en destacar “la importancia del trabajo de la Federación Española codo con codo con los clubes. Esa relación bidireccional se convierten en determinante para progresión de muchas jugadoras que alternan durante el año la dinámica de trabajo en su club y en selecciones”. Permanente visión positiva de un entrenador que transmite satisfacción por el curso de su vida y que antes de finalizar la entrevista siente necesidad de agradecer especialmente “a mis padres por la formación dada para afrontar las diferentes situaciones que te plantea la vida”.