Uno de los técnicos veteranos en la Liga Femenina 2 con larga experiencia en el baloncesto y en la docencia. José Carlos Rojo, al frente del jovencísimo Universidad de Valladolid repasa para feb.es la realidad de la competición y los cambios generaciones en la sociedad y, en consecuencia, en el deporte.
MIGUEL PANADÉS/ ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
Desde hace cuatro temporadas el Universidad de Valladolid afronta el reto de vivir en la exigente realidad de una Liga Femenina 2 que pone a prueba tanto la capacidad para exprimir al máximo los recursos como para proyectar nuevos talentos jóvenes al baloncesto femenino. Un entrenador, maestro de profesión, con casi cuatro décadas dirigiendo ininterrumpidamente equipos de de todas las edades y categorías y, por lo tanto, con suficiente perspectiva para profundizar sobre los diferentes cambios en las generaciones de jugadores y jugadoras. “Está claro que los intereses de hace unas décadas no son los de ahora y sin duda eso se traslada a la pista, a la mentalidad de las jugadoras”, Ni mejor ni peor, diferente y por lo tanto obligando a los entrenadores a seguir transmitiendo valores sobre la importancia de trabajar para y por un equipo en unos tiempos donde la sociedad fomenta más los proyectos individuales. “Sí detecto como hay más interés por las estadísticas, por el rendimiento individual del que había antes. Los entrenadores ahora debemos estar recordando continuamente unos principios que antes estaban ya implantados en la mentalidad de los deportistas. Pero supongo que es normal porque antes el que jugaba a baloncesto no hacía muchas cosas más aparte de trabajar o estudiar y ahora, hay muchas más actividades en la cabeza de las jugadoras”.
Nacido en un pueblo cercano a Valladolid, Cabezón de Pisuerga, José Carlos Rojo (1957) empezó a entrenar al volver de la “mili” y cursó el Superior a principios de los ochenta. Desde entonces hasta hoy no recuerda un solo año en el que no haya dirigido un equipo y no parece muy por la labor de dejar de hacerlo. “Entrenar te atrapa, se te mete dentro, se convierte casi en un “vicio”. Vivir el día a día con las jugadoras, ver progresar a tu equipo, ver que las cosas a veces no salen y volver a intentarlo… La pista, los entrenamientos, la propia competición que se convierte en un cebo para seguir ambicionando resultados de cara a la siguiente semana…” Rojo va dibujando con palabras unos escenarios comunes entre los entrenadores de baloncesto de todas las categorías, sin duda identificados con ese sentimiento tan interior y que sólo lo conocen los que alguna vez se han puesto al frente de un grupo de jugadores o jugadoras.
Como buen profesor le salen ciertos reproches a la conducta de las jugadoras de las últimas generaciones a las que reclama “más autocrítica y menos excusas. Tanto en el baloncesto como en los estudios siempre se buscan razones externas para justificar bajos rendimientos y no creo que eso sea positivo para mejorar. Hay que aceptar que uno a veces se equivoca y desde ese reconocimiento, intentar mejorar”. Reflexiona el técnico vallisoletano sobre el entorno que suele rodear a las jóvenes. “De pronto una joven jugadora se mueve bien en una pista de baloncesto y ya se le está buscando equipo en una competición superior. Se va demasiado rápido porque es importante que todas estas nuevas jugadoras que se forman en categorías inferiores completen su proceso de formación, de maduración. “Esta chica podría jugar más arriba” suele ser una frase demasiado habitual. Dejemos que ese chico o chica siga estando donde está y que demuestra con hechos, no sólo con palabras o proyectos, que tiene un nivel para estar mucho más arriba”. Habla con el conocimiento de causa de estar en un club con clara vocación y obligación por formar nuevos talentos que lleguen al primer equipo. “Nosotros nos vemos obligados a renovar la plantilla con jugadoras jóvenes y además tener que competir por no perder la categoría. No tenemos acceso al mercado y por lo tanto nuestra fuente está en la cantera. Eso hace que se esté dando demasiados minutos a jugadoras que todavía no están formadas del todo para asumir determinados retos”.
Recuerda José Carlos Rojo sus inicios como entrenador, sus referentes en los banquillos, y menciona nombres importantes en su formación como técnico; “Joaquín Brizuela, Samuel Puente, África Lesmes, como entrenadores más cercanos y con los que coincidí y por supuesto los que fueron pasando por Valladolid y a los que iba a ver entrenar siempre que podía como Mario Pesquera, Gustavo Aranzana, Arturo Montechi…” Y claro, durante todos estos años viendo como el baloncesto español iba evolucionando hasta alcanzar unas cotas en masculino y femenino impensables en las décadas anteriores. “El baloncesto ha cambiado mucho física y tácticamente. Ves un partido de hace veinte años y no tiene punto de comparación el nivel físico de los jugadores. Pero si el cambio en masculino es evidente, en baloncesto femenino es determinante. Hoy en día las jugadoras de cierto nivel están preparadas para responder a cualquier propuesta de juego y excepto algunas acciones hay pocas limitaciones físicas”.