Desde Estambul, con las fuerzas ligeramente mermadas por una inoportuna neumonía que ya está casi superada pero con la ilusión por tocar el “cielo baloncestístico” tanto colectiva como individualmente, Alba Torrens (Benissalem, Mallorca, 1989) atiende a feb.es. Hablamos con la Mejor Jugadora de Europa en 2013.
MIGUEL PANADÉS / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
De su mano nos damos un largo y bonito paseo por el baloncesto femenino y en su trayectoria recorremos prácticamente toda la ruta de esas jugadoras especialmente talentosas y que desde edades muy tempranas inician un camino que en su caso le ha situado, actualmente, en la cima.
“Empecé jugando al fútbol, sí, sí al fútbol y fue el profesor de gimnasia, Jorge Mateo, que a su vez era el coordinador del Basket Inca el que me llevó a un entrenamiento de baloncesto. Era muy pequeña y, desde entonces, hasta hoy…”. Pues antes de iniciar la entrevista, el primer agradecimiento que el baloncesto español debe darle es al “profesor Mateo” por su buena vista. ¿Cuántos “profesores Mateo”, muchos de ellos “entrenadores invisibles”, se convierten en anónimos descubridores de estrellas? En el viaje de los nuevos talentos influye la genética pero determina el proceso. El caso de Alba se convierte en el más claro referente de la importancia de la naturaleza que la dotó de una cualidades físicas diferenciales y del trabajo de mejora que inició, primero en su club – Basket Inca y después San José Obrero -, luego en la Federación Balear, para desde ahí empezar a sumar experiencias, las primeras en Campeonatos de España, Minis, Infantiles, Cadetes hasta ser detectada por los técnicos de la Federación Española…
"El gran acierto de la FEB es empezar muy pronto a trabajar"
“Esos primeros campeonatos que jugué cuando era una niña con la Selección de Baleares los recuerdo con mucho cariño y fueron muy importantes porque ahí unías la posibilidad de competir e ilusionarte a la vez aún más con el baloncesto y por las amistades que creabas con compañeras o con rivales de otras Autonomías. Y porque no, también por esas primeras sensaciones de presión que te ayudaban a mejorar”. Y claro, para los técnicos de la FEB Alba no pasó desapercibida en esos Campeonatos que se convierten en exposiciones de nuevos talentos. De ahí vinieron las primeras concentraciones a nivel nacional y las primeras experiencias internacionales –
“Recuerdo El Cullell y el Torneo BAM, creo que con trece años, supernerviosas todas por jugar con España por primera vez…” – Y, con catorce años, la primera gran decisión de su vida deportiva: aceptar entrar en el Centro de Tecnificación Siglo XXI.
Alba reflexiona sobre esa sucesión de experiencias prematuras.
“El gran acierto de la Federación Española es empezar muy pronto a trabajar con las niñas que, por una u otra razón, destacan. En mi caso, el seguimiento que empezaron a hacerme fue desde los 10 años y esto añadió, además de la mejora, un componente de ilusión y de motivación muy alto. Hay que destacar tanto a José Luis (Sáez) como Ángel (Palmi) por como gestionan y apoyan la proyección de las jugadoras, en la detección, en las selecciones de formación y por supuesto en la Absoluta”. Casi sin quererlo Alba va recorriendo el plan deportivo del baloncesto femenino español en el que aparecen los clubes de origen, imprescindibles captadores e impulsores de nuevos jugadores y jugadoras, las Federaciones Autonómicas, los Campeonatos, las Selecciones de Formación y, una vez completado el proceso formativo, la importancia de los clubes que componen las Ligas Femeninas en España. Y, como culminación deportiva a la mejora individual, por supuesto la Absoluta. Alba, sin embargo, añade un paso más en ese completo proceso, un paso al cual ya nos empezamos a habituar en las trayectorias de nuestros deportistas de élite como es el de cruzar fronteras. Hoy defiende la camiseta de uno de los “grandes” de Europa, el Galatasay de Turquía.
"Hay que destacar tanto a José Luis (Sáez) como Ángel (Palmi) por como gestionan y apoyan la proyección de las jugadoras"
Siente Alba esa tranquilidad de haber conseguido llegar hasta lo más alto pero desde esa perspectiva tiene la necesidad de no olvidarse de nada ni de nadie que influyera en su progresión. Porque más allá de haberse convertido en una estrella internacional ella sigue manteniendo muy presente quién es y de dónde procede dándole valor a todas y cada una de las vivencias. Los grandes que no olvidan su pasado son todavía más grandes.
“Todos, absolutamente todos los que han formado y forman parte de mi vida como jugadora han sido y son fundamentales para mi mejora. Y claro ahí entran los entrenadores, seleccionadores, los clubes que me han dado la oportunidad de competir, el Centro (Siglo XXI), las compañeras que he tenido, las selecciones… es que no puede separarse ni destacarse nada o nadie en concreto porque es la suma de experiencias adquiridas desde que era una niña la que me ha ayudado a ser quien soy. Y, seguro, seguirá siéndolo de ahora en adelante, tanto en mi club como en la Selección, como en las experiencias futuras que pueda seguir viviendo”.
Alba se convierte en un referente para las nuevas generaciones de jugadoras de la misma manera que ella se impregnó de la influencia de las líderes de las generaciones anteriores. Es el círculo virtuoso, ese que tanto en baloncesto masculino como femenino español va enlazando éxitos de la mano de estrellas, consagradas algunas junto con las que de pronto irrumpen con fuerza descomunal.
“Amaya (Valdemoro) y Elisa (Aguilar) son las referentes para nosotras, tanto por su ambición y por su rendimiento dentro de la pista como por su comportamiento fuera. Es posible que esa mentalidad se haya ido contagiando de unas a otras hasta llegar al punto de que hoy en día la jugadora española sabe competir como nadie. Y lo demuestra no sólo en la Absoluta sino, como ha quedado claro este verano, en todas las diferentes selecciones de formación”. En este sentido y desde la distancia Alba contempla el panorama de las
“Amaya (Valdemoro) y Elisa (Aguilar) son las referentes para nosotras"
dos primeras competiciones españolas, Liga Femenina, Liga Femenina 2, y hace una lectura positiva de la coyuntura que lleva a ver las pistas invadidas por jugadoras jóvenes y nacionales.
“Es muy importante saber que hay que disfrutar y aprovechar cada momento. Para mí, la Liga Femenina 2, que jugué con 15 o 16 años en el Siglo XXI me sirvió para adquirir una experiencia fundamental que luego apliqué en el Celta, en el Perfumerías Avenida y ahora en el Galatasaray. Que hayan tantas jugadoras jóvenes en las competiciones españolas, en Estados Unidos o tantas en Europa significa que las jugadoras españolas hemos dado un paso adelante”.
Un paso adelante, sí. Y un futuro que Alba contempla con la ambición propia de una deportista de élite. Quiere más con su club, con la Selección y, por qué no, con su carrera deportiva.
“Hemos conseguido estar en lo más alto con la Selección pero siempre hay que seguir hacia delante, queriendo mejorar, queriendo volver a estar arriba del todo. Mis ilusiones son las de intentar ser mejor jugadora, con mi club, con la Selección Española y si alguna vez por fechas puede combinarse probar también vivir la experiencia de la WNBA, me hará ilusión probarlo también”. Amaya Valdemoro afirmaba recientemente que su “cuento de hadas se hizo realidad”… En el caso de Alba, todavía con muchos años por delante como jugadora, su historia se está escribiendo en presente. El que esto firma tiene la sensación de que ella representa perfectamente toda la dimensión de nuestro baloncesto actual, impulsado por la fuerza del pasado, asentado en un presente abierto al mundo, y proyectado hacia un futuro ilimitado.