Volaba ese triple de Hernangómez y fuimos muchos, muchísimos, los que nos incorporamos, contuvimos la respiración y deseamos con todas nuestras fuerzas que entrara. Y cuando entró, saltamos de alegría y pronunciamos una letra, una sola letra: J.
Miguel Panadés
Y de pronto vimos a Jota, sí ese tutor de los Cursos Superiores que en los últimos años ha impregnado de ilusión y amor por el baloncesto a cientos, quizás más de mil alumnos, de nuevas promociones de entrenadores superiores, que habían compartido con él los quince días de las fases presenciales y, últimamente, muchas más horas de foros online. Y lo vimos roto de dolor por ese inoportuno esguince en el tobillo por no haber calculado bien el gesto de la ilusión. Y sonreímos y nos emocionamos con esa imagen y con los chavales abrazados en la pista. Fue el triple de todos, fue el triple de la ilusión, de la humildad, del amor por el baloncesto.
De Jota Cuspinera podrían hablar uno por uno todos los alumnos de los últimos Cursos Superiores y entre todos llenar un libro de excelencias. Hay pocas personas que pongan de acuerdo a tantos y Jota ese de esos que lo consigue. Por eso, el destino del baloncesto quiso devolverle con ese maravilloso triple todo lo que él no ha dejado de dar a todos los que han tenido el privilegio de compartir una clase, un clínic, una charla informal, un debate apasionado.
En el CES echamos de menos su presencia pero a la vez disfrutamos y sufrimos desde la distancia sabiendo que esa experiencia como seleccionador U18 llenaba sus ilusiones. Jota hubiera firmado dar un par de ligamentos a cambio de una medalla y esa “lesión de entrenador” quizás se convierte en un buen exponente como vive, de cómo siente, esa pasión llamada baloncesto. Gracias chavales de la U18 por esa medalla y gracias Hernangomez por ese triple. Fue el triple de todos.