PABLO ROMERO / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB

Luce los apellidos Almazán Sierra en su DNI pero no forma parte del roster del Leyma Natura Coruña; llegó a participar en los entrenamientos previos a la pretemporada del Melilla Baloncesto pero no se encuentra entre los convocados por Gonzalo García para el próximo encuentro. Su nombre es Tito Almazán y luce con orgullo su profesión de actor por toda la geografía nacional, una vocación por la que abandonó una tradición familiar que ha llevado al apellido Almazán a convertirse en historia viva del baloncesto en su Granada natal.

Un año más pequeño que Eloy (28) y cuatro mayor que Pablo (23) es el mediano de la única pareja de hermanos en la presente edición de la Adecco Oro y la persona idónea para presentarnos a los protagonistas de un duelo de necesitados en el que la rivalidad dejará a un lado los sentimentalismos durante 40 minutos. Junto a él, evocamos el crecimiento deportivo en paralelo de estos tres hermanos que terminaría en un piso compartido en Málaga en el que surgieron un sinfín de anécdotas y desde el que cada uno puso rumbo a su primera aventura profesional. 

Así fueron y así son Eloy, Tito y Pablo, la descendencia de futuro de la familia Almazán:

Un destino marcado por la herencia familiar:

Pronunciar el apellido Almazán en la ciudad de Granada supone evocar una tradición baloncestística de varias décadas en una familia en la que la gran mayoría de sus miembros han crecido escuchando el bote del balón.  Su tío Juan Antonio (Kiko) fue el precursor del baloncesto en la familia dejando tras de sí una curiosa historia que le llevó a lograr el ascenso a Primera División con el CD Oximesa junto al padre de Carlos Cabezas y a jugar incluso en la propia Melilla en un club que agradeció su trabajo con la cesión de un Renault 5.

Con el balón naranja en su cadena genética era cuestión de tiempo  que Eloy y Tito se iniciasen en un deporte al que muy pronto se uniría su hermano Pablo. Tal y como recuerda el mediano de los hermanos, una oportuna canasta en casa de su abuela hizo el resto: “Cuando volvíamos del colegio podíamos pasar horas y horas jugando; generalmente mi hermano Pablo y yo hacíamos equipo para jugar contra Eloy y… no tengo el recuerdo de haberle podido ganar nunca. Jugábamos a 15 puntos y, en ocasiones, llegaba a darnos hasta 10 de ventaja haciéndonos creer que podíamos ganarle pero luego nunca lo conseguíamos. Lo peor de todo es que siempre había algún tipo de apuesta de por medio por lo que siempre salíamos perdiendo... Nos jugábamos los turnos de juego en la PlayStation, el mando de la tele durante una semana o incluso un día de esclavitud pero el mecanismo siempre era el mismo: mi hermano Eloy me ganaba, yo me cabreaba y terminaba jugando contra mi hermano Pablo para ganarle a él”.

El apoyo familiar y, en especial el ímpetu de su padre Antonio por ver progresar a sus hijos fue el desencadenante de unos inicios respaldados con la creación de un pequeño equipo denominado Winterthur y en el que los tres dieron sus primeros pasos: “Cuando nosotros éramos pequeños queríamos iniciarnos en el baloncesto pero Granada estaba aún a mucha distancia de las oportunidades que ofrecían ciudades como Sevilla o Málaga. En el colegio tampoco teníamos la posibilidad de poder entrenar por lo que a mi padre se le ocurrió la idea de crear un equipo en el que pudiéramos jugar Eloy y yo con nuestros amigos. Como éramos un club muy modesto no teníamos un lugar en el que entrenar mi padre se tenía que levantar los fines de semana a las 06:30 a.m. para acudir a una pista que nos prestaban y en la que él mismo nos entrenaba”.

Los resultados no tardarían en llegar y los Almazán comenzaron a despuntar atrayendo las miradas de los equipos de base de la ciudad: “Comenzamos a jugar en una liga municipal en la que Eloy consiguió llamar muy pronto la atención del CB Granada con quien jugaría por una temporada. Poco después marcharía al CB Maristas, un colegio que había configurado un buen equipo en juveniles y en el que comenzó a despuntar en un sector ante Unicaja despertando su interés. Por su parte, Pablo empezó directamente en el CB Granada donde compartió equipo con gente como Jorge Fernandez y en el que jugó en categoría cadete siendo aún infantil alcanzando las Selecciones de Andalucía”.

Una segunda oportunidad para Tito como delegado del Clínicas Rincón:

La proyección de los hermanos Almazán parecía imparable; Unicaja había llamado a la puerta de Eloy mientras que Pablo crecía a pasos agigantados. Fue precisamente la progresión del benjamín la que llevó al mediano de los hermanos a replantearse un futuro para el que pretendía un camino muy diferente al que seguirían sus hermanos: “El camino del baloncesto se acabó para mí con 16 años cuando un día, al llegar a casa, vi a mi hermano pequeño hacer un mate en nuestra canasta; ese día supe que no debía volver a jugar y que al menos podría morirme presumiendo de que no haber sido derrotado nunca por mi hermano pequeño (risas). El ser actor era algo que siempre había llevado dentro y que afloró ese día cuando abrí los ojos viendo el nivel que habían alcanzado mis hermanos. Pese a ello, nunca quise abandonarlo del todo porque me hacía feliz y siempre había estado ahí”.

Tito se trasladaría a Málaga junto a su hermano mayor compartiendo un piso en el que recibirían la visita del más pequeño durante aquellos fines de semana en los que los estudios le permitían abandonar el internado deportivo. Una nueva etapa en la que sería clave la figura del fallecido Toa Paterna quien le ofrecería la posibilidad de seguir ligado al baloncesto tanto en la cantera del club como en las Ligas Adecco: “Con la llegada de mi hermano a Málaga decidí comenzar una nueva etapa como monitor en el Unicaja. Ahí vieron que tenía don de gentes y que podía introducir facetas de mi trabajo como actor en la cantera por lo que me ofrecieron la creación de un departamento de animación de cara al campus del club donde empecé a tener protagonismo junto a Francisco Tomé y Diego Vázquez, el entrenador y el preparador físico del Clínicas Rincón en la actualidad. Durante una temporada fui delegado del equipo cadete y, a partir de ahí, Toa Paterna quiso que estuviera con él en el primer equipo por lo que me incorporé como delegado del Clínicas en la Adecco Plata durante una temporada en la que coincidí con gente como Alfonso Sánchez o Jesús Lázaro. Siempre hemos considerado a Toa como nuestro padre deportivo, descubrió a mi hermano Eloy y ayudó en todo lo que pudo a Pablo por lo que fue muy bonito seguir metido de lleno en el baloncesto junto a él”.

Pese a los esfuerzos de Toa Paterna por mantener a Tito en Málaga, este ya había tomado la decisión de poner rumbo a la capital de España donde las tablas del escenario le convertirían en el eslabón perdido de una familia que encontraría en él una alternativa a la canasta: “Cada día tenía más claro que los escenarios me llamaban; había empezado la carrera de magisterio, pero cada vez que me subía a un escenario sabía que eso era lo mío y que no quería dedicarme a otra cosa. Creo que el día que se lo dije a mi madre llegó a respirar aliviada al ver que alguien en la familia no se dedicaría al baloncesto sino que iba a intentar ser artista”.

El paso de los años demostró a Tito no haberse equivocado con el camino elegido. Llegó a Madrid para interpretar un pequeño papel en una obra de la Fundación Shakespeare en el Teatro del Retiro y, casi sin darse cuenta, terminó recorriendo los teatros de todo el país con la compañía Spectacula Nostra. Un trabajo que le permitió dar el salto a la pequeña pantalla convirtiéndose en una de las estrellas de Arrayán, la serie líder de Canal Sur durante las últimas 13 temporadas y en la que ha interpretado a tres personajes siendo parte importante de sus más de 3.000 capítulos. Una cita diaria con el prime time nocturno recompensado con el premio a la Mejor Serie Andaluza y que le llevó a alcanzar el reconocimiento del espectador.

Por si fuera poco, su trayectoria in crescendo le ha llevado a convertirse en la imagen publicitaria de Ron Barceló encarando a @horaciobarcelo, un personaje itinerante por la geografía nacional a la búsqueda de los ganadores del concurso #viveahora y que sorteará viajes a la República Dominicana.

Lejos de apartarle del mundo del baloncesto, su nueva vida tiene reservadas unas horas a la semana para el Salesianos Basket Atocha el equipo de baloncesto de la capital en el que sigue matando el gusanillo semana tras semana.

La distancia no hizo el olvido e incorporó a Cristina Ouviña:

Lejos de poner tierra de por medio, la distancia ha unido aún más si cabe a tres hermanos que siguen sus caminos por separado. Mientras Eloy disfruta de su recién estrenada paternidad en su segunda temporada en el Melilla Baloncesto, Pablo se prepara en las filas del Leyma Natura Coruña para convertirse en el padrino de su sobrina Lourdes: “Parece mentira que con todo lo que nos hemos peleado cuando vivíamos juntos, ahora que estamos separados estemos tan arraigados. Mantenemos contacto diario y si no hablamos por teléfono lo hacemos a través de whatsapp; tenemos un grupo familiar llamado Almazanetis en el que están nuestros padres, tíos, cuñados… y otro sólo para nosotros al que llamamos Brothers. Además, procuramos vernos a menudo aprovechando las constantes escalas de Eloy con el Melilla Baloncesto en Madrid o mis viajes de trabajo a Galicia con las fiestas promocionales de Ron Barceló en los que siempre intento visitar a Pablo”.

Una relación entre hermanos que ha permitido la llegada al grupo Almazanetis de una nueva usuaria. Desde Polonia “whatsappea” junto a ellos la pareja de Pablo, una Cristina Ouviña, que ha encajado a la perfección entre una familia Almazán que sigue muy de cerca sus evoluciones en el Wisla Can-Pack Kraków: “En la familia estamos encantados con Cristina ya que es como si hubiese heredado de algún modo la garra Almazán; es como un toro entrando en la pista y gracias a ella hemos aprendido realmente a valorar el baloncesto femenino. Pero el que más contento está con ella soy yo ya que me encanta coleccionar ropa deportiva y, con mi 1,80 de estatura siempre había tenido que heredar las tallas 2XL de mis hermanos. Acabé pidiéndole ropa a mi amigo Rai López en su etapa en la ACB pero siempre se hacía el loco y nunca me la daba; así que ahora, gracias a mi cuñadísima a la que quiera con locura, por fin tengo ropa acorde ya que compartimos talla”.

La jugadora internacional seguirá en la distancia este duelo de hermanos en el que estarán presentes los padres de Pablo y Eloy y para el que Tito no tiene claro el pronóstico final: “Obligarme a decir un pronóstico es como ponerme entre la espada y la pared… en estos momentos me gustaría que los dos se hubiesen dedicado al para decir que un empate pero, como no es posible, para salir del hoyo diré que Pablo ganará este primer encuentro por jugarlo en A Coruña y que Eloy ganará el de la segunda vuelta en Melilla. Eso sí, en una ronda de playoff no quiero ni oír hablar de pronósticos porque no me voy a mojar…”.

Suceda lo que suceda sobre la cancha, la segunda generación baloncestística de la familia Almazán habrá logrado lo más importante, escribir una nueva página de una historia con un final lejano y para la que se buscan ya nuevos herederos.