MIGUEL PANADÉS / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB

Todos los aficionados al baloncesto tienen muchas y variadas razones para citarse ante el televisor durante las próximas  semanas y disfrutar de las emociones que siempre ofrece nuestra selección. Llega, para nuestro deporte, uno de los momentos más esperados del año por la posibilidad de volver a ver, defendiendo una causa común, a estrellas que seguimos desde la distancia durante el año o las vemos en sus respectivos clubes. De pronto, el talento de jugadores nacionales de diferentes generaciones y que han alcanzado en algunos casos la excelencia, se une para beneficio de un equipo con el que todo el baloncesto español se identifica. La Selección Española de Baloncesto tiene la característica de, por una vez, ponernos a todos de acuerdo.

Tras los ocho partidos de preparación se habla mucho menos de las ausencias. Ha quedado claro que España reúne un grupo de jugadores de un nivel competitivo altísimo y que además afrontan el campeonato con la misma ambición de los últimos veranos. Existen muchas razones para volver a soñar con el éxito porque al talento se une el hábito de ganar y esa tradición fortalece tanto la capacidad propia como afecta también a muchos rivales que siguen considerando a nuestra selección como la mejor, como la favorita. Sí, encontramos razones en los intangibles, en el crecimiento de jugadores que cada año son mejores, más consagrados como estrellas, más referentes allá donde estén, sea Liga Endesa o NBA. Encontramos razones también en la mentalidad de esos jugadores llegados desde un escalón inferior pero que afrontan esta oportunidad con una ambición ilimitada por compartir sensaciones con la mejor selección de la historia de nuestro baloncesto.

Nos pondremos delante de los televisores expectantes ante una propuesta de baloncesto valiente, de baloncesto fundamentado en el talento de unos jugadores exteriores capaces de conducir a pares el juego de una Selección que amenaza permanentemente desde la recuperación de la posesión y que tiene en la creatividad, en la imprevisibilidad, uno de sus argumentos más contundentes. Leemos el mensaje de Marc Gasol, el mejor “cinco” de Europa y uno de los mejores del planeta, aceptando con naturalidad su rol de pieza imprescindible. Leemos como Rudy, el Capitán, acepta el reto de la ambición máxima desde la madurez y responsabilidad que le corresponde por edad, por trayectoria, por categoría. Leemos uno a uno a todos los integrantes de la Selección exponiendo sus ideas desde la ilusión y muchas veces desde el fundamental sentido del humor. Técnicos que conjugan más el nosotros que el yo y tras ellos un “equipo invisible” y fundamental de profesionales que se volcarán para que no haya un solo aspecto sin controlar durante las próximas semanas. ¡Qué empiece ya el Eurobasket!