REPORTAJE: Grandes broches de oro
9/1/2011 - 5:43 PM
El Eurobasket lituano ha comenzado. Para todo el país es una fiesta. Y como los españoles enviados a cubrir el evento muestran con sus fotos, las ciudades visten de marca. Bueno, de baloncesto allí, que es su marca. Hace no muchos años, para esta nación hubiese sido un sueño lo que hoy disfrutan. Con el salto inicial ante Gran Bretaña, se dio el pistoletazo a su viaje que, esperan sea mágico.
ANTONIO RODRIGUEZ / COMUNICACION FEB
Y posiblemente por encima de todos , Sarunas Jasikevicius, el genuino Saras, pondrá más empeño en la faena de llegar a lo más alto, porque para él supondría un broche perfecto a una gran carrera con la su selección. Algo al alcance de muy pocos: una probable despedida en casa alzando el trofeo de campeones. Los históricos yugoslavos Damir Tvrdic o Nikola Plecas dijeron adiós a su selección en el pódium, con la medalla de oro colgada en el Eurobasket disputado en su país, en Belgrado’75. Debe ser algo muy, muy especial. Si nos emocionó ver a Ninu Buscató con la plata en Barcelona’73 en su despedida, el oro debe ser subir al cielo.
Pero por encima de todos hay un caso extraordinario en estas lides. El pívot de 2,10 Christian Welp pertenece a un país sin mucha tradición baloncestística, como Alemania. Siempre estuvo a la sombra de otros compañeros como Detlef Schrempf y Uwe Blab, y al igual que él llegaron a la NBA, aunque estos con mucho más cartel. Alemania quedó quinta en su Eurobasket en 1985 con todos ellos como mejor clasificación de su historia.
Este rocoso pívot, gran reboteador y bregador, sin muchos alardes ofensivos (muy al estilo de aquel fichaje del Real Madrid tras los Juegos de Munich’72, Norbert Thimm, el primer jugador alemán en el que nos fijamos en España), acabó escribiendo en la pista un cuento, casi de hadas.
Juan Antonio San Epifanio y Alberto Herreros aún recuerdan que España pudo perfectamente ganar el Eurobasket alemán de 1993. “En ese equipo teníamos mucho talento y hombres altos de categoría, con fuerza como para quedar campeones. Sin duda, pudimos serlo” enfatizaba Epi con algo de amargura aún. Pero en cuartos de final nos cruzamos con la anfitriona Alemania, que no contaba para nadie y que acumulaba tres derrotas previas con Francia, Estonia y Croacia. “Y ves a un tío como Welp en un contragolpe, que te mete una canasta a seis metros del aro sobre la bocina… ¿cómo te ibas a esperar eso?” aún recuerda Herreros con demasiada claridad.
España, relegada a luchar por el quinto puesto. Welp, ya un héroe, colaboró de forma importante en la victoria ante Grecia en semifinales y conseguir ser celestial cuando en la final frente a Rusia y en el último segundo, captura un pase doblado, realizar un mate y forzando falta a Mikhailov, para que con la conversión del tiro libre adicional, pusiera el marcador en el definitivo 71-70 para su equipo, entrenados por Svetislav Pesic, y así lograr la medalla de oro, iniciando así una fiebre de baloncesto en todo su país.
El baloncesto como deporte de moda no duró mucho más de un año en Alemania. El 12º puesto en el posterior Mundial canadiense de 1994, enfrió aquellos ánimos. Pero para la historia quedó aquel periplo de pabellones abarrotados, efervescencia baloncestista en Alemania y aquella jugada final que encumbró a Christian Welp, el jugador que sostiene una medalla de oro en una de las mayores hazañas en un Eurobasket.