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ANÁLISIS PARA LA PLANIFICACIÓN DEL REBOTE OFENSIVO EN EL BALONCESTO

Fernando García Alonso
Juan Manuel Borrego Jiménez

1. - INTRODUCCIÓN

Consultada una amplia bibliografía al respecto, detectamos carencias desde el punto de vista técnico-táctico en cuanto al desarrollo específico del rebote ofensivo. Por ello, hemos considerado interesante realizar una detallada exposición de cuáles son, a nuestro juicio, las opciones de técnica individual, que el jugador tiene a su servicio, y un desglose de situaciones que el entrenador debe considerar para incorporar al bagaje táctico del equipo, así como algunas consideraciones igualmente importantes del trabajo de la preparación física.

El rebote ofensivo es aquella acción que nos permite recuperar la posesión del balón tras realizar un lanzamiento fallido durante el tiempo que transcurre desde que el balón es rechazado por el aro (o no lo toca, al margen de consideraciones reglamentarias) y hasta que aquel es conquistado por un jugador, sin que el balón haya salido del terreno de juego y este siga vivo.

Muchos entrenadores consideran el rebote ofensivo como parte integrante del balance defensivo. En nuestra opinión, se trata de acciones o apartados diferentes del juego, entre otras cuestiones porque al no haber posesión del balón no se delimita qué equipo es defensor y cuál es atacante, luego parece que ya conceptualmente existe una diferencia.

Otros entrenadores se declaran partidarios de la corriente que defiende que “el mejor balance defensivo es el rebote ofensivo” y a menudo nos encontramos con que sus equipos, por razones obvias de desguarnecimiento, reciben muchas canastas fáciles.

Así las cosas, debemos considerar el rebote ofensivo como un apartado diferenciado del resto de los que componen el juego, y por lo tanto, será de capital importancia establecer un análisis profundo del rebote ofensivo y sus componentes técnicos, tácticos y físicos en aras de una mejor planificación del mismo.


2.- MÉTODO.

El análisis que se propone surge de la experiencia, de la observación de comportamientos y de la reflexión de los autores.

3.- RESULTADOS

1. Preparación física aplicada.

Se hace imprescindible realizar un análisis de los factores cuantitativos de la acción motriz (capacidades físicas) que a través de la preparación permitirán un mejor desempeño de la acción técnico-táctica del rebote ofensivo.

El análisis del movimiento, a partir del estudio de las acciones mecánicas, de la intervención muscular y del análisis funcional, permite detectar la implicación de un elevado número de articulaciones con gran capacidad de movimiento, así como la utilización de los grandes grupos musculares en las diferentes opciones del rebote ofensivo.

La plasticidad con la que se van a desarrollar las sucesivas acciones que conforman el fundamento técnico táctico, hace de la elasticidad muscular un elemento relevante dentro del apartado de la flexibilidad. La Facilitación Neuromuscular Propioceptiva y las insistencias de baja intensidad ofrecen inmejorables posibilidades en este sentido.

El desarrollo de la fuerza máxima, en primer lugar, para conseguir a continuación mejores índices mediante el desarrollo de la coordinación intramuscular a través de cargas submáximas, va a permitir un mayor reclutamiento de unidades motrices, una mejor sincronización y, en definitiva, mediante un adecuado trabajo de transferencia (pliometría y multisaltos principalmente) la mejor utilización de la cadena cinética en las acciones de impulsión vertical (salto).

En las acciones de oposición (resistencia mutua) en la lucha por el espacio, resulta importante una adecuada función tónica que permita un trabajo de resistencia mantenida de la actividad muscular durante la contracción isométrica, excéntrica y concéntrica, - normalmente en esta secuencia – y posibilite, a su vez, una reequilibración rápida y eficaz. Estas acciones de resistencia mutua pueden prolongarse por espacio de unos pocos segundos y quizá repetirse en tres o cuatro ocasiones, por lo que la resistencia orgánica (resistencia aeróbica) y el acondicionamiento muscular general sentarán una buena base para orientar más adelante estas capacidades a las particularidades de la acción técnica, tratando de este modo de refinar la potencia anaeróbica alactácida (movimientos rápidos y explosivos) y la capacidad anaeróbica alactácida (prolongación de acciones durante el desarrollo del juego).

La velocidad juega un papel decisivo en la medida en que toda acción debe resolverse de forma rápida y eficaz, adaptándose positivamente al estímulo (percepción). Por tanto, la velocidad de reacción compleja (selección de una respuesta motriz entre varias opciones ante la aparición de varios estímulos) debe ser objeto de desarrollo en la planificación dentro del apartado de la táctica individual. Como resultado de esta decisión, la velocidad gestual se presenta igualmente importante en la correcta ejecución del gesto técnico.

No cabe duda de que la planificación de la preparación física va a encontrar multitud de momentos de reunión con otros apartados del entrenamiento, por lo que se hace importante considerar la conjunción de todos los factores a través de la preparación física integrada.

2. La técnica individual.

El rebote ofensivo requiere el dominio de los espacios en función de la trayectoria del balón (colocación) y grandes dosis de intuición para adivinar aquella.

Normalmente el defensor tiene ventaja por la lógica (al margen del sistema de ayudas) que le sitúa entre el aro y el atacante. Esa ventaja se plasmará en el bloqueo defensivo del rebote. De esta manera deberemos normalmente realizar un movimiento de “desbloqueo”.

2.1 Desbloqueo indirecto.

2.1.1. La finta normal.

Con ella buscamos que el defensor “bloquee al aire”. Resulta conveniente que la pierna de finta no se abra excesivamente, pues de los contrario no lograremos realizar un movimiento amplio con la de bloqueo. Asimismo, es aconsejable que dicha finta se establezca mediante un paso agresivo y hacia delante, de forma que cuando fintemos lo hagamos directamente al defensor y no al aire, amenazando su posición, momento en el cual llevamos la pierna de finta y el tronco cruzados a través de su espalda. En este movimiento es importante la acción poderosa de la pierna de bloqueo para soportar su empuje, y sobre todo, resultará fundamental el trabajo del brazo que, describiendo un molinete en el aire, busca con el brazo posarse sobre el del oponente para, bajándoselo, ganar definitivamente la posición. Este movimiento del brazo debe realizarse coordinadamente con el cruce de la pierna. La trayectoria final del balón nos indicará si es necesario añadir un deslizamiento más de la pierna de bloqueo o no, en cuyo caso sería importante la recogida rápida de la pierna contraria.

En el caso de que el defensor no reaccione a la finta de salida la pierna de cruce sería la contraria, y por tanto, el bloqueo se produciría en el otro costado del oponente.


2.1.2 La finta con reverso.

Realizaremos una finta de salida cruzada y, mediante reverso sobre esa pierna, buscamos el desbloqueo que el defensor trate de imponer. Debemos pasar a través de su espalda, resultando fundamental el trabajo poderoso de glúteos para fijar bien al defensor, lo que obliga necesariamente a un descenso del centro de gravedad. El brazo realiza la misma acción vista anteriormente (Flash-Pivot)


2.2 Desbloqueo directo.

Cabe la posibilidad de que la posición de los pies del defensor, excesivamente juntos, del defensor, aconseje un movimiento directo de desbloqueo sin finta.

2.3 El caso del poste medio / bajo del lado fuerte.

Ante lanzamientos efectuados desde un lateral con un poste medio / bajo opciones:

a) Defendido por detrás: fintar con tronco y/o pierna y trabar al defensor con la pierna contraria a la finta.

b) Defendido en ¾: ganar la posición por el cuarto restante.

c) Defendido por delante: no ceder la posición aprovechando la situación de ventaja.

2.4 El caso del poste alto.

Si el tiro se efectúa desde un lateral:

- Con la defensa anticipada ir directamente al lado débil.

- Con defensa flotante ir hacia el lado fuerte y cambiar de dirección.

Si el tiro se efectúa desde el frontal:

- Normalmente el defensor estará por detrás, lo que indica que podremos actuar como en el caso del poste medio / bajo.

2.5 Rebote por detrás.

Si el defensor está hundido hacia el aro, es aconsejable fijarlo colocándonos de costado. El antebrazo de ese lado estará en contacto con su espalda, apoyando el codo en la zona lumbar y los nudillos en la zona interescapular. Cuando el balón se sitúe en la vertical del defensor efectuaremos una tensión del brazo de apoyo, desplazando ligeramente su centro de gravedad hacia delante para dificultar su “tempo” de salto (no empujar para evitar faltas personales) saltando en ese momento a la captura del balón.

Si el defensor consigue saltar y entrar en contacto con el balón, yendo con las dos manos a por él, debemos meter nuestro brazo entre los suyos, tratando de arrebatarle el móvil, contactando la mano en su parte anterior y tirando del mismo hacia nosotros.

2.6 Palmeo de control, de tiro, de pase y de destrucción.

Continuando con la casuística anterior, cabe la posibilidad de hacerlo en dos tiempos, si tenemos dificultad para llegar a la parte anterior del balón. En este caso lo palmearemos con la yema de los dedos hacia nosotros, capturándolo después. Éste sería un palmeo de control previo al rebote ofensivo. Esta opción podemos cambiarla por un palmeo de pase que busca a un compañero eventualmente bien situado.

El palmeo de tiro no vamos a analizarlo con detalle por considerarlo una acción de lanzamiento. Decir simplemente que esta fina acción motriz requiere ser realizada con la yema de los dedos en extensión completa del brazo, haciéndose aconsejable el apoyo en el tablero.

Finalmente, en cuanto a este apartado, cabe contemplarse los que hemos denominado como Palmeo Destructivo. Lo realizamos cuando captamos la imposibilidad de llegar a la captura con control y consiste en lanzar el balón, preferentemente a la línea de fondo, destruyendo así la opción del contraataque directo del rival. Muchos jugadores renuncian a esta opción haciendo así flacos favores a sus equipos.

2.7 Rebote ofensivo en presencia de ayudas defensivas.

Queremos hacer una mención especial a los lanzamientos efectuados en presencia de ayudas defensivas. Esta ayuda defensiva provoca un desajuste en presencia del cual encontraremos a un jugador o jugadores, al menos momentáneamente, sin defensor definido. Para estos casos, hemos querido emplear un concepto: el bloqueo de rebote a la ayuda. Es obvio que una ayuda defensiva sobre un jugador en condiciones de resolver, especialmente en caso de penetraciones, debe provocar una segunda ayuda que intente llegar al bloqueo del rebote defensivo sobre el hombre libre. En este caso, la consigna de táctica individual que hemos de aportar al atacante es la de no desperdiciar su ventaja, adelantándose a la acción del defensor, convirtiéndose éste en “bloqueador bloqueado”.

Todas las situaciones vistas anteriormente dependen no sólo de la posición del defensor sino también de nuestra situación respecto del aro, de la línea de fondo y de la trayectoria del balón.

3. La táctica individual y colectiva.

El rebote ofensivo como apartado concreto del juego requiere un planteamiento específico que debe contemplarse en todos los niveles de concreción de la planificación:

- Consideración en el plan táctico anual, trimestral y mensual.

- Consideración en el plan táctico semanal y diario, en función del rival.

Por otro lado, las decisiones tácticas individuales y colectivas van a depender de un nutrido elenco de situaciones espacio-temporales y de decisiones estratégicas:

- Momento de partido (tiempo y tanteo).

- De los hombres dispuestos en pista por ambos entrenadores.

- Del estado físico del equipo en general y del jugador en particular a lo largo del partido.

- Ídem del rival.

- Etcétera.

La táctica individual y el dispositivo táctico colectivo del rebote ofensivo debe considerar el lugar y la distancia desde donde se realiza el lanzamiento, ya que cada balón fallido tiene un alto porcentaje de posibilidades de caer en una zona determinada. Ejemplo: los lanzamientos laterales suelen hacerlo al lado débil:

- Lanzamiento lateral desde media distancia (lado débil – trayectoria corta).

- Lanzamiento lateral desde larga distancia (lado débil – trayectoria larga).

- Lanzamiento frontal desde media distancia (parte fronto-lateral – trayectoria corta).

- Lanzamiento frontal desde larga distancia (parte fronto-lateral trayectoria larga).

- Lanzamientos de un tirador hundido en la línea de fondo (parte fronto-lateral anterior).

- Penetración lateral a tablero (lado débil – trayectoria corta).

- Penetración lateral al aro (entorno inmediato del aro, el balón gira en éste).

- Penetración frontal a tablero (parte fronto-lateral – trayectoria corta).

- Penetración frontal al aro (entorno inmediato del aro, el balón gira en éste).

- Penetración por línea de fondo al tablero (lado contrario – trayectoria corta).

- Penetración por línea de fondo al aro (entorno inmediato del aro, el balón gira en éste)

- El tiro libre ofensivo (cabe incluso la opción de tirar a fallar a una parte determinada del aro, organizando el rebote según la elección).

Por otra parte, debemos considerar especialmente los tiros que realizamos en agotamiento de la regla de 24 segundos. Comportan un alto porcentaje de error y muchas veces son realizados desde larga distancia (rebote largo). Para estos casos, podemos plantearnos un sistema de rebote ofensivo específico que sorprenda al rival. Ejemplo: cargar el rebote jugadores que no lo hacen habitualmente en tanto que otros que sí lo hacen guarnezcan el balance defensivo.

En los saques de fondo y banda que cursen con agotamiento importante de la regla de 24 segundos, podemos plantearnos situaciones tácticas especiales del rebote ofensivo.

En cuanto a los finales de partido con marcador en contra es evidente que aumentaremos la cobertura del rebote ofensivo de forma drástica.

En lo que se refiere a las situaciones de superioridad numérica del contraataque debemos ser expeditivos cargándolo con todos los efectivos incorporados (no confiarse, no relajarse, no renunciar).

Queremos hacer una llamada de atención sobre un aspecto que a menudo no se organiza y cuyas consecuencias, en caso de hacerlo, producen un rendimiento extra importantísimo. El entrenador debe crear registros específicos sobre su propia táctica ofensiva, identificando momentos de resolución de los sistemas o movimientos a los cuales el equipo recurre con asiduidad. Toda vez que tenemos claro cuáles son esas situaciones y qué tipo de lanzamientos provocan según la posición y según el lanzador (tiro más parabólico, más plano, etc.) decidiremos la organización colectiva específica del rebote ofensivo de esas soluciones tácticas.

Para finalizar, un último apunte: los jugadores de un equipo deben tener claro el tipo de trayectoria que suelen describir y el tipo de efecto que acostumbran a imprimir los tiros de, al menos, los lanzadores que más posesiones acaparan.

4.- DISCUSIÓN.

Desgraciadamente, en nuestro baloncesto, no suele hacerse una planificación real del apartado que nos ocupa, lo cual nos parece del todo improcedente, máxime si tenemos en cuenta la tremenda cantidad de partidos que se ganan y pierden como consecuencia de ello. Cuanto mejor fue la defensa y mayor el desempeño físico, mayor es también el daño psicológico que el rebote ofensivo provoca. Éste produce un importante deterioro de la moral defensiva. La frustración del defensor, además, cursa a menudo con personal y tiro adicional.

La organización del rebote ofensivo exige, primeramente, analizar la capacidad individual y colectiva que nuestro equipo posee respecto del resto de plantillas que configuran la liga. Ese análisis debe realizarse desde el punto de vista físico, técnico y estadístico (también partido a partido). Toda vez que sabemos dónde nos hallamos, decidiremos cómo va a reflejarse, en la planificación, el tiempo y el tipo de trabajo a desarrollar para su mejora. De esta manera, decidiremos el cuándo (momento de la temporada), el cómo (metodología a usar) y el cuánto (tiempo a invertir). Para ello contemplaremos el rebote ofensivo como elemento a trabajar dentro de la planificación de la preparación física (general y aplicada), la técnica, y la táctica individual y colectiva.

5.- CONCLUSIONES.

En las categorías de base debemos crear hábitos, alentar al jugador para consolidar la actitud, desarrollar la voluntad de ir al rebote, facilitar mediante el entrenamiento el desarrollo de las capacidades perceptivas que van a permitir una más rápida y eficiente colocación en el espacio de rebote.

En la categoría junior, antesala de la elite, debemos trabajar detalladamente todos los aspectos anteriormente expuestos con los especialistas que han de dominar este apartado del juego. En nuestra opinión, muchos equipos de categoría superior deberían plantearse, dentro de su planificación deportiva, la mejora y el perfeccionamiento de la técnica individual del reboteador ofensivo, así como un análisis táctico más profundo, dada la importancia que, como ya hemos apuntado, tiene el rebote ofensivo.

Es evidente que el equipo que trabaja organizadamente su rebote ofensivo, por ende, lo hace también de su rebote defensivo, aunque también es evidente que éste requiere un tratamiento particular. En la medida en que nuestro rebote ofensivo mejora, es más técnico y más táctico, nuestro rebote defensivo se ve en la obligación de evolucionar al tener que emplearse, durante los entrenamientos, con mayor rapidez, astucia y contundencia.

6.- BIBLIOGRAFÍA.

Consultada una amplia bibliografía hallamos, únicamente, los dos primeros textos indicados, tratando con cierto detenimiento el tema que nos ocupa, y un tercero, que lo hace con mayor profundidad, pero no con detalle en lo que respecta a la técnica individual y obviando la preparación física y la táctica individual y colectiva.

· DEL RÍO, J. A.: Metodología del baloncesto.

Ed. Paidotribo. Barcelona, 1997.

· VÁZQUEZ RABAZ, S.: Baloncesto básico.

Ed. Alhambra. Madrid, 1985.

· MALDONADO, S.: Novedades Técnicas, Nº15.

Ed. Diputación Foral de Álava, 1999.