ANA SESTO Y MANUEL DE LA TORRE / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
Laia Palau, Amaya Valdemoro, Marina Ferragut, Betty Cebrián, Luci Pascua, Elisa Aguilar, Ana Belén Álvaro, Carolina Mújica, Mónica Messa, Laura Nicholls, Piluca Alonso, Silvia Domínguez, Alba Torrens, Wonny Geuer y
Anna Cruz. La escolta catalana es la
decimoquinta jugadora que llega a los 150 partidos con la Selección Femenina. Un hito que ha alcanzado este pasado viernes 21 de junio de 2019 en la
victoria ante Suecia (62-29) en el Fernando Martín de Fuenlabrada.
La historia reciente y más exitosa de la Selección no se podría entender sin Cruz, autora de algunas de las canastas más trascendentales de los últimos tiempos. Como aquel 2+1 en los cuartos de final del Eurobasket 2015 ante Montenegro o aquel milagro ante Turquía que significó el pase a las semifinales de los Juegos de Río 2016. ¿Está aún por llegar su mejor canasta con España?
“Va a ser complicado superar la de Río. Ocurre una vez en la vida y no pasa más. Ojalá sí y ojalá no. Ojalá no tengamos que llegar nunca a ese final tan apurado en el que dependamos de una canasta milagrosa”, responde.
Anna recuerda a la perfección sus inicios como internacional:
“En 2008 me llaman, aunque soy descartada y no voy a las Olimpiadas. Un año después me dije: ‘Anna, que no te vuelva a pasar lo mismo. Dos veces seguidas no”. Dicho y hecho. Sólo unas molestias físicas en 2013 han impedido que Anna esté ayudando desde entonces a la Selección cada verano. Un compromiso que encuentra sus frutos en un impresionante palmarés internacional. Desde su debut en el Eurobasket 2009 de Letonia (país en el que el combinado de Lucas Mondelo disputará la primera fase del Europeo que arranca la próxima semana), de los
ocho grandes campeonatos que ha disputado únicamente se ha quedó sin medalla en el Eurobasket 2011.
El Europeo 2011, reinventarse después de tocar fondo
Un campeonato de Europa que quedó marcado en su memoria. “
Ojalá no se vuelva a repetir nunca más. Aquella experiencia fue horrible. Hemos pasado momentos muy difíciles aquí”, puntualiza
Crunchelita. Un objetivo fallido que sirvió reinventarse y regresar aún más fuerte. Ese podría ser el relato de la Selección en este último ciclo glorioso.
“Gracias a aquello estamos hoy donde estamos. Aprendimos de lo que pasó. Fue como tocar fondo para impulsarnos hacia arriba”, relata.
Cerca de cumplir los 33 años (el próximo 27 de octubre), se ha ido despojando de todas las manías y rituales con el paso del tiempo. “Constancia”, es la palabra que escoge a la hora de definirse como jugadora.
“Puedo ayudar en muchas cosas sin ser perfecta en nada”, expone.
Los triunfos con la Selección también encuentran su espejo en su trayectoria de clubes. Ganadora de la WNBA con las Minnesota Lynx en 2015 y de la Euroliga 2017 con el Dynamo Kursk a las órdenes del Seleccionador Mondelo. ¿Qué le dice este palmarés?
“Que he sufrido mucho para conseguir todo eso. Hay muchísimas veces que me he quedado a las puertas”, responde, manteniendo los pies en el suelo.
Un momento personal complicado: "Pedí a mi entrenador que no me sacara"
Valiente, rememora un momento muy complicado que sufrió durante su tercer año en el Orenburg ruso:
“Pasé por una etapa personal muy mala. No me apetecía nada. Ni ir a entrenar. Nada en general. Recuerdo que hasta le dije a mi entrenador que, por favor, no me sacara. Jamás en la vida pensé que diría eso. Tuve una charla que, más que tenerla con un entrenador (Roberto Íñiguez)
, fue como tenerla con un amigo que simplemente te está ayudando, te está intentando apoyar ante esa situación”.
Un relato que humaniza a una jugadora que lo ha ganado prácticamente todo y que es un símbolo de la Selección.
“Siempre digo que, al final, en una selección no están las doce mejores jugadoras, sino las doce que hacemos el mejor equipo. Cada vez que estoy dentro lo celebro porque no me considero mejor que la que se ha quedado fuera”, reconoce.
El secreto: "Hay que ser feliz"
“Que relativizara un poco más y no se preocupase tanto por las cosas. No le diera tantas vueltas a todo”. Ese es el consejo que la Anna Cruz de hoy le daría a la chica tímida que se presentó por primera vez a la Absoluta tantos años atrás.
“Creo que hay gente que hasta el tercer año de estar aquí no me escuchó hablar. Cindy Lima siempre decía: ‘Luego en la habitación habla. De verdad’. Soy muy tímida. Al principio me costó mucho soltarme”, cuenta.
“Ahora digo lo que pienso y hay ocasiones en las que voy un poco sin filtro. Dentro de la pista me pasa algo parecido. Soy una sinvergüenza”, aclara, entre risas, una Anna Cruz que sueña “con ser feliz cada día”.
“Al final, todo se reduce a pasártelo bien, a disfrutar y, si no salen las cosas, hay que disfrutar también. Hay que ser feliz. Es el resumen de todo”. Palabra de una 150 veces internacional con España.