COMUNICACIÓN IDK GIPUZKOA

"¡Se me está haciendo corta la temporada!" dice con una sonrisa Adut Bulgak. "Parece que acabo de llegar, es una pena que la liga se acabe ya porque estamos en nuestro mejor momento. Contra Gernika creo que hicimos nuestro mejor partido como equipo desde que estoy aquí. Ellas eran duras, pero fuimos muy competitivas", señala la pívot, que está brillando por su capacidad reboteadora y su rapidez: "Suelo ser más rápida que las pívots rivales, me gusta jugar en transición, soy una corredora".

De hecho, el atletismo es uno de los deportes que practicó antes de probar el baloncesto, algo que hizo muy tarde, a los 15 años, en el instituto Archbishop O'Leary de Edmonton (Canadá): "Hacía atletismo y jugaba a voleibol, hasta que un día me hice daño en un hombro. Así que probé el baloncesto. La verdad es que al principio no me gustaba mucho, pero seguí jugando porque tenía buenos entrenadores y buenas compañeras que me hicieron querer este juego". Pese a este tardío inicio en el deporte de la canasta, empezó pronto a destacar: "Jugué dos años en un junior college en Texas y de ahí pasé a la Universidad de Florida State", cuenta la propia Bulgak: "Mejoré mucho en Florida. Tuve dos años muy buenos, logré alguna marca individual de la universidad y llegamos lejos en el torneo". Tan bien lo hizo que fue escogida en el puesto 12 del draft de la WNBA por los New York Liberty: "No jugué mucho, pero es una liga muy competitiva y progresé mucho entrenando con algunas de las mejores jugadoras del mundo. Fue un año de aprendizaje. Este año voy a hacer el training camp con San Antonio, espero volver a jugar la WNBA y tener más minutos".

De Nueva York, la pívot se fue a Corea del Sur, a los Shinhan Bank S-Birds: "Fui porque allí también tienen un sistema de draft y me cogieron, pero las cosas no funcionaron bien y dejé el equipo en diciembre. Tuve la opción de venir aquí y ahora puedo decir que fue una decisión acertada. Hay una gran diferencia. Aquí me siento bien, el club me lo ha puesto fácil y todas me han ayudado. Es como una pequeña familia. Esa confianza que me dan se nota en la cancha".

Una vida difícil

Antes de que con quince años se decantara por el baloncesto, deporte que se ha convertido en su profesión, Adut Bulgak no tuvo una infancia nada sencilla, ya que con seis años su familia se marchó de Kenia como refugiados de guerra. "No recuerdo mucho, era pequeña, pero había una guerra civil en Kenia y tuvimos que irnos del país por seguridad. Fuimos mis padres, mis cuatro hermanos, mi hermana pequeña y yo", cuenta Bulgak: "Mi padre luchó en la guerra, así que durante un tiempo mi madre tuvo que cuidarnos a los seis niños. Es una gran trabajadora. Me dice que yo siempre estaba detrás de mis hermanos mayores. El Gobierno del país nos ayudó a pagar los billetes de avión".

La jugadora del IDK Gipuzkoa reconoce que fue "muy difícil" adaptarse a Canadá: "Un país nuevo, hacía frío, todo era novedoso para mí, el idioma, las costumbres... Nos movimos por varias ciudades, vivimos en Manitoba y Saskatchewan antes de instalarnos en Edmonton", donde comenzó su trayectoria en las canchas que ahora le ha traído a Donostia.