MIGUEL PANADÉS

Le gusta enseñar y como se ha pasado la vida dando importancia a los detalles del baloncesto, le gusta recrearse en aspectos que para otros pasan más inadvertidos. De manera pausada pero insistente, con buen tono pero de forma contundente, con fina ironía pero lanzando un mensaje directo, Alfred fue dando pistas a los jugadores que entrenó y a los entrenadores que aleccionó sobre cómo es posible mejorar un gesto antes de pasar al siguiente y como, encadenando pasos, la técnica del baloncesto se convierte en una eficaz herramienta para abordar las necesidades del juego. 

Y cuando entre los diferentes fundamentos llegó al tiro, se detuvo en todavía más detalles, reforzando la importancia de enseñar a tirar bien, una suerte que todo jugador debe dominar correctamente porque, tal como recordaba de Josep María Margall, “en este juego, en que la mete, la mete”. Y ahí nos desveló la que para él es parte fundamental el antebrazo, muñeca, y dedos debiendo encontrar el jugador ahí la “fuerza útil” necesaria para que ese tiro repetido no dependa tanto de la fuerza o cansancio de las piernas. 

El baloncesto es un deporte especialmente maravilloso cuando se disfruta, como la vida misma, de las situaciones sencillas pero fundamentales. Si la felicidad son momentos, la calidad (y en consecuencia felicidad) en el baloncesto son detalles. La felicidad invadió un pabellón Siglo XXI impregnado de calidad.