PABLO ROMERO / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB

El idilio del Quesos Cerrato Palencia con la Copa Princesa de Asturias comenzó en enero de 2014 con la disputa de su primera final. Entrenados por aquel entonces por Natxo Lezkano, los palentinos pagaron la novatada con su derrota en Andorra la Vella en una final en la que su historia no había hecho nada más que comenzar…

Dos años más tarde, el equipo colegial puede presumir de ser ya uno de los conjuntos con mayor solera de una competición en la que han hecho historia como el primer equipo capaz de jugar tres finales de manera ininterrumpida (2014, 2015 y 2016), como el primer conjunto que ha logrado organizar dos finales consecutivas en su pista (2015 y 2016) así como la primera plantilla capaz de levantar el título en dos años correlativos con los trofeos alzados al aire por su capitán Urko Otegui en 2015 y 2016. Y todo ello con la particularidad de ser el último campeón del trofeo bajo la denominación Copa Príncipe (2015) y el primero en hacerlo bajo el rebautizado nombre de Copa Princesa (2016).

Una proeza que permite al equipo entrenado por Sergio García dar caza a dos históricos de la competición como Baloncesto Fuenlabrada y Lucentum Alicante así como colocarse a un solo título del Rey de Copas, un Melilla Baloncesto que no pudo incrementar este año el peso de sus vitrinas con el que pudo haber sido su cuarto título tras los de 1999, 2001 y 2010. El hambre y la ambición del Quesos Cerrato terminó por lograr un galardón que podría darles el próximo año la posibilidad de dar caza a los melillenses en caso de no lograr el ascenso a la Liga Endesa.