MIGUEL PANADÉS

Las energías acumuladas durante los diez días de preparación tuvieron válvula de escape desde el salto inicial del primer partido amistoso demostrando todas las jugadoras de las que dispuso Andreu Bou un enorme deseo, a veces excesivo, de mostrar sus capacidades. Desde el primer cuarto (17-7) España mostró eficacia defensiva y ambición ofensiva. Neutralizaron todas las amenazas rivales y se lanzaron con velocidad hacia la canasta contraria mostrando por momentos una lógica descoordinación ofensiva en sistemas que todavía están por ligar.
En el segundo cuarto la insistencia en defensa y los argumentos ofensivos llevaron a ampliar el marcador hasta un elocuente 38-21 que evidenciaba el buen trabajo realizado en los dos campos. Alba Prieto y Paloma González destacaban ofensivamente. Pese a los bajos porcentajes en triples y tiros libres España marchaba al vestuario con una buena renta.

Lejos de bajar el nivel de intensidad España propuso un mismo guión tras el descanso aunque evidentemente apareció la fatiga como elemento en contra. Un cansancio positivo ya que a estas alturas de preparación lo que toca es cargar piernas de cara a encontrar el estado idóneo dentro de dos semanas cuando esté la competición en su momento máximo. Las diferencias se mantuvieron  porque la eficacia defensiva de Eapaña dejó a alemanas en cuatro puntos en el tercer cuarto (49-25).

Pero de lo que se trataba en este estreno era por una parte alimentar la autoestima y el convencimiento de que esta generación U16 tiene argumentos como para superar a cualquier rival y, una vez en ello, mejorar aspectos del juego que serán necesarios en compromisos de mayor dificultad. Y las diferencias se incrementaron hasta redondearse en unos 30 puntos finales (67-37) incuestionables aunque la sensación final, con ese 2 de 20 en triples y 11 de 23 en tiros libres es que el margen de mejora es muy grande.